LA OBSESIÓN ANTIPOBLACIÓN DE ONU

por | Dic 16, 2010 | Artículos, Noticias | 4 Comentarios

LA OBSESIÓN ANTIPOBLACIÓN DE ONU

por Benigno Blanco, Presidente del Foro de la Familia

Naciones Unidas ha tenido a lo largo de toda su historia como uno de sus objetivos esenciales la lucha a favor del control de la población del mundo, meta a la que dedica una parte muy relevante de sus abultados presupuestos desde los años sesenta del siglo pasado. Para lograr sus objetivos antipoblación NNUU no ha dudado en usar todas las armas de que dispone: subordinación de las ayudas a los países pobres a que éstos impulsen políticas de anticoncepción y aborto, ayuda a la creación de una cultura antivida, alianzas estratégicas y financieras con organizaciones dedicadas a la promoción de la cultura de la muerte como la IPPF, etc. Los actuales Objetivos del Milenio tienen mucho que ver con todo esto.

En el origen de esta obsesión hay muchos factores, pero dos son de especial relevancia: la planificada estrategia del mundo rico – de origen yanqui- por evitar el desarrollo del tercer mundo como si éste fuese una amenaza para el status actual de los países más ricos de occidente y la mentalidad eugenésica (incluso, racista) que creció en una parte relevante del mundo en las primeras décadas del siglo XX. Además, ambos factores se entremezclan y refuerzan mutuamente en la segunda mitad del siglo XX.

Bernard Bruneteau en su estudio sobre los genocidios en el siglo XX afirma que «el siglo XX puede identificarse con el reino de la violencia exacerbada. La masacre, la limpieza étnica, la deshumanización del campo de concentración o el genocidio son pruebas de la derrota de una idea del hombre determinada”; y yo añadiría que la banalización del aborto es otra prueba de esa derrota. Continúa Bruneteau afirmando que “La violencia del siglo XX fue preparada, tuvo unos orígenes; es decir, no unas causas directas, sino unos elementos de diversa naturaleza que, al cristalizar, se convirtieron en constitutivos de esta violencia y que se encuentran en el largo siglo XIX” Y este autor identifica tales elementos precursores con lo que llama “el imaginario asesino del social-darwinismo”, es decir, con una visión materialista del hombre producto de la mera evolución, visión que llevó a finales del siglo XIX y principios del XX a considerar con naturalidad al hombre blanco como lo más granado de la especie y a hablar de razas inferiores o subhumanas a las que se podía eliminar sin mayores problemas para mejorar la especie o garantizar el bienestar y la expansión de los verdaderos humanos; por la misma razón en aquellos años se extendió la mentalidad eugenésica que defendía la eliminación o esterilización obligatoria de todo tipo de deficientes o enfermos para mejorar la especie.

Así, el socialdarwinismo se alió con el colonialismo y el imperialismo para ayudar a los ricos blancos de occidente a controlar el mundo y sus riquezas. Esta alianza se mantiene hoy, aunque adaptada a los nuevos parámetros culturales del mundo surgido tras la II Guerra Mundial. El impacto emocional del nazismo y sus aberraciones en la conciencia de la humanidad, hizo que a partir de 1945, el social-darwinismo racista y eugenésico se disfrazase de derechos humanos para seguir haciendo lo mismo al servicio también del imperialismo yanqui y el colonialismo económico. El disfraz se fue creando poco a poco en las décadas de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado y hoy su cara está hecha de una presuntamente sana preocupación por el control de la población para evitar la “bomba demográfica”, ecologismo antihumanista, ideología de género, promoción de la liberación sexual de la mujer a través de la “salud sexual y reproductiva” (es decir, de la anticoncepción y el aborto) y laicismo militante para evitar que la idea sobre el hombre derrotada en el siglo XIX a la que se refería Bruneteau pueda resurgir de nuevo.

Donde antes había eugenesia y racismo descarados e impuestos, ahora hay la amable sugerencia de que se controle la procreación y se aborte por el bien del planeta y de la salud de las mujeres. Pero esa amable sugerencia también se impone cuando no es aceptada voluntariamente por los pueblos del tercer mundo; de esa imposición se encargan las agencias especializadas de NNUU subordinando sus ayudas a la aceptación de su sugerencia, con la colaboración de las ONGs tipo IPPF que hacen en ocasiones el trabajo sucio como ayudar a China en su política del hijo único.

La clara continuidad de los planteamientos de antes de 1945 y los posteriores se puede ver en la historia de algunos personajes que ya estaban en esto antes de la II Guerra Mundial y siguieron en lo mismo después, aunque cambiando el lenguaje y las estrategias para adaptarse a las nuevas sensibilidades. Ejemplo paradigmático es la historia de la fundadora de la IPPF, Margaret Sanger y de quienes siempre la han apoyado (antes y después de 1945) como la familia Rockefeller.

Margaret Sanger es una de las líderes del movimiento eugenésico en Norteamérica en los años 20 y 30 del siglo XX. He aquí algunas de sus ideas: “más hijos de los capaces, menos de los incapaces; esta es la principal consigna del control de nacimientos”; es necesaria “una severa y rígida política de esterilización y segregación de las personas manchadas por su herencia genética”; critica en 1922 a los que ayudan a jóvenes pobres embarazadas porque así “obligan a los elementos más sanos y normales del mundo a cargar con el peso de la fecundidad irracional e indiscriminada de los otros… que lleva consigo un peso muerto de desechos humanos. En lugar de reducir y eliminar las especies que más comprometen el futuro de la raza y del mundo, hacen que estas especies sean peligrosamente dominantes”; hay que luchar contra el peligro de que “los habitantes de los barrios que se multiplican como conejos, desborden las fronteras de sus barrios o de sus países y transmitan a los elementos mejores de la sociedad sus enfermedades y sus genes de calidad inferior”; “ el control de la natalidad favorecerá la creación de una raza pura”. Para realizar sus ideas M. Sanger crea con la ayuda económica de la familia Rockefeller centros de control de natalidad a partir de 1916 y en 1921 funda la Liga Americana de Control de Nacimientos que en 1939 se convierte en la Federación de Control de Nacimientos y posteriormente en la Planned Parenthood Federation of America. En 1952 Rockefeller crea The Population Council y en ese mismo año se instituye la IPPF con Margaret Sanger como su primera presidenta y la Fundación Ford que comparte con la Rockefeller desde entonces el triste honor de ser los principales financiadores de la IPPF y la cultura de la muerte en nuestro planeta. Sanger funda también el Instituto Gtuttmacher que en los años siguientes ayudaría a definir la política contra la población de USA y la Fundación Moore aporta el toque seudoecologista.

Tanto Margaret Sanger como las fundaciones citadas siempre han prestado gran atención a la cultura: financian revistas, publicaciones y programas de enseñanza en todo el mundo a la vez que impulsan clínicas y centros de planificación familiar. En particular M. Sanger y la IPPF desde sus origenes difunden una educación sexual que exalta la masturbación y la homosexualidad, desaconseja el coito y exige la formación sexual de los adolescentes en las escuelas para evitar la influencia familiar nociva.

A principios de los años 50 ya está constituido el elenco orgánico de los antes agentes de la eugenesia para trabajar en lo mismo con nueva careta …y empieza el asalto al poder. En los años 60 y 70 los Presidentes Johnson y Nixón impulsan programas presupuestarios de apoyo al control de la población sugeridos en sucesivos documentos y memorandos preparados por la Comisión sobre crecimiento de la Población y el futuro de América, presidida -¡cómo no!- por John Rockefeller III, fundador del Consejo de Población, y el Instituto Guttmacher creado por M. Sanger. En 1974 se prepara el llamado “Memorandum 200” que identifica como el mayor peligro para la economía americana el crecimiento de la población del mundo pues podría dificultar el acceso de las empresas americanas a los recursos naturales y aconseja subordinar toda la ayuda exterior estadounidense a que los países receptores trabajasen por disminuir el tamaño de las familias. Este memorando conocido como informe Kissinger o NSSM 200 tiene como nombre oficial el de “National Security Study Memorando 200: Implications of Worldwide Population Growth for US Security and Overseas Interets” y se convirtió en orden ejecutiva para todas las agencias del gobierno americano en 1975 a través del NSDM 314.

Según estos documentos es más barato el control de la población que la ayuda al desarrollo y controlando la población se pueden salvaguardar mejor los intereses económicos de las empresas americanas para acceder a las materias primas de cualquier lugar del planeta; países ricos en población y en recursos naturales podrían poner en riesgo los intereses económicos norteamericanos. Para ello NSSM 200 propone imponer a los países pobres políticas de control de población y ayudar a crear centros de planificación familiar en esos países y en zonas rurales y desarrollar la investigación de nuevos métodos y productos de control de la fecundidad. El propio Memorando previene de que para evitar acusaciones de imperialismo hay que presentar todo este programa como nacido “del interés por fomentar: a) el derecho de los individuos a determinar libre y responsablemente el número de hijos y cuando tenerlos…b) el desarrollo económico y social de los países más pobres”.

Es decir, el programa eugenésico e imperialista de los ricos queda convertido en prioridad política de la primera potencia del mundo libre y vestido de ayuda a los derechos de las personas y los pueblos pobres. Loa paganos de estas políticas imperialistas serán presentados como sus beneficiarios. Y muchos se lo han creido.

Por el peso político y económico de los USA, son las agencias de Naciones Unidas las principales encargadas de implementar esta política con los fondos americanos y la ayuda de las ONGs fundadas y promovidas por M. Sanger y las Fundaciones Ford y Rockefeller, la principal de las cuales es la IPPF. Se crea para ello el Fondo de la Población de NNUU y UNICEF, OMS, UNESCO, BM, etc van incorporando a sus políticas sectoriales la obsesión por el control de la población. El entramado de ONGs financiadas por las fundaciones citadas al servicio de esta política se van implicando cada vez con estas agencias de NNUU hasta el punto de que a partir de los años 90 es difícil distinguir entre unas y otras pues se trasvasan personas, documentos y estrategias de las primeras a las segundas y de éstas a aquellas.

Instrumento clave de la nueva política mundial de control de la población son las “cumbres” organizadas por NNUU sobre población, clima y mujer que van creando una doctrina internacional de actuación política hecha de eugenesia encubierta, maltusianismo, ecologismo antihumanista, miedo a la maternidad y todo ello imbuido de forma cada vez más explícita de una nueva antropología justificativa: la ideología de género. Los documentos que se aprueban en estas “cumbres” y sus programas de actuación, aunque no tienen valor jurídico alguno, van de hecho convirtiéndose en la agenda de la comunidad internacional a través de la presión de comités de expertos y de seguimiento designados a dedo por el secretario general de NNUU y formado por personas procedentes de la IPPF y sus satélites o expolíticos entregados a esta estrategia.

Las últimas de estas “cumbres” fueron El Cairo 1994 y Pekín 1995 que ya de forma expresa convirtieron la perspectiva de género y la lucha contra la población en la ideología de NNUU, ideología que se convierte en agenda política universal a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM).

Los ODM, bajo la retórica de la lucha contra la pobreza y los derechos de las mujeres, se concretan en la práctica en la asignación de nuevos fondos para la extensión del aborto y la anticoncepción (oficialmente para “mejorar la salud materna”), erradicar a los pobres no permitiéndoles nacer (oficialmente para “erradicar la pobreza”) y educar a todos los niños en la nueva antropología de género (oficialmente para “promover la igualdad entre los sexos y el empoderamiento de la mujer”).

No es extraño que en 1994 y 1995 Juan Pablo II movilizase a todos los hombres de buena voluntad para evitar este intento de reingeniería social antihumanista. Esta movilización sigue siendo necesaria para recuperar esa cierta idea de ser humano que desapareció en el siglo XIX posibilitando todas estas barbaridades en el XX y el XXI.

Benigno Blanco,

Presidente del Foro de la Familia

Foro Familia