Las madres son hoy, como siempre, la mejor razón para la esperanza en este mundo sumergido en tantas crisis morales económicas y políticas. Cada vez que una mujer se convierte en madre hay una razón más para confiar en que tenemos futuro. La vida siempre se abre paso y la mujer que es madre es ese camino a través del cual se va regenerando la esperanza en cada generación.
Es de absoluta justicia que toda sociedad valore positivamente la maternidad y que desarrolle leyes y políticas que la protejan, pues una sociedad que no valorase la maternidad demostraría una voluntad suicida. A pesar de las ideologías antivida que proliferan en nuestra época y de las legislaciones que llegan hipócritamente a configurar el aborto como parte del derecho a la mujer a la maternidad, las encuestas demuestran una vez y otra que la inmensa mayoría de las mujeres desean tener más hijos de los que tienen y la realidad social nos demuestra que todo el mundo sonríe casi sin querer ante un bebé recién nacido. Sigue habiendo como siempre razones para la esperanza.
Ahora que se celebra el Día de la Madre, convendría darse cuenta de que todos los días del año deben ser días de la madre, es decir, momentos para apreciar la maternidad y la vida. Este es el gran reto de nuestra época.