Todos hemos sido zaheridos de alguna forma por la sangre que se ha derramado en las calles de París. Nos ha entristecido, preocupado e, incluso en un primer momento, asustado lo sucedido el pasado viernes 13 de noviembre. Todos somos París. Es cierto, la barbarie de ISIS se quiere apoderar de nuestras vidas, de nuestros sentimientos, por la vía de la fuerza.
Ahora bien, hay otro terrorismo callado, oculto, del que no se habla, que se vive día a día en nuestras calles. Ese terrorismo produce víctimas, produce dolor, mucho dolor. Pero lo hemos silenciado con la “fuerza moral de las leyes de consenso democrático”.
Sí, un terrorismo que no aparece en los medios, del que no se quiere hablar, pero que en muchos hogares está presente como un comensal invisible [1]. Un terrorismo que deja víctimas vivas que no pueden hablar de su dolor y víctimas a las que se las priva para siempre de su libertad, de su ciudadanía, de su vida.
Un terrorismo del que la mayoría de los partidos políticos, en especial aquellos que podrían cambiar una legislación que permite la muerte de inocentes sin derecho a ser oídos, han renunciado a hablar de él. En el parlamento español que surja de las próximas elecciones del 20 de diciembre, no habrá nadie que clame por los derechos de los no nacidos o por ayudar a las mujeres embarazadas con exclusión social. La única alternativa que la clase política estatal ofrece a esas mujeres es el aborto legal que, por mucho que lo diga el BOE, nunca será moral. Y el aborto, ya lo he escrito muchas veces, es una tragedia que acompañará a la mujer que lo haya vivido durante toda su existencia; es un terrorismo social, legal y callado; es una miseria que ha sido permitida por una clase política mediocre.
Es más, el Partido Popular ha castigado con la exclusión de sus listas electorales a todos los parlamentarios y senadores que en su día votaron en contra de la falsa reforma de la Ley del Aborto de Rajoy/Aido.
Pero han de ser conscientes de que nuestra voz, la de las asociaciones que defendemos la vida desde su concepción, no la van a callar. Muchos hombres y mujeres vamos a tomar el relevo a lo que no se ha sabido hacer en esta legislatura que está a punto de acabar. Apoyamos a las mujeres embarazadas, ofrecemos mil alternativas, creamos grupos de trabajo y explicamos a las nuevas generaciones el valor de la vida humana…
Vamos a seguir dando voz a todos los inocentes para que ellos remuevan la conciencia social y, aunque las leyes consientan atrocidades, no nos acostumbremos al miedo, a la violencia estructural contra la mujer, al terrorismo silencioso que existe hoy en nuestras ciudades y ante el cual muchos miran hacia otro lado.
Artículo de José Javier Rodríguez en Tribuna de Salamanca