Firmado por José María Malo de Molina
Fecha: 5 Abril 2011
En Sudáfrica, solo el 10% de los alumnos alcanzan la universidad, y de ellos solo la mitad acaban la carrera. Este bajo rendimiento escolar, sobre todo de la mayoría negra, no es un problema principalmente de dinero, pues el Estado destina a educación la quinta parte de su presupuesto, o sea más del 5% del PIB. Por eso se prueban otras fórmulas: una de ellas es la educación diferenciada.
El diario The Star publicó hace dos meses que muchos colegios de Ciudad del Cabo están optando por separar a chicos y chicas, buscando una mejora en los resultados académicos. Según este periódico, atendiendo a los exámenes finales de curso del pasado año, de los diez mejores colegios de Ciudad del Cabo, nueve eran de educación diferenciada.
Sin embargo, el debate sobre este tipo de enseñanza en Sudáfrica no es nuevo. Tras el fin del apartheid, la progresiva incorporación de los alumnos negros al sistema educativo fue la prioridad en los primeros años de la democracia. Con el paso del tiempo y el significativo avance en este terreno, el debate pasó al que ahora es el eslabón más débil de la cadena educativa: las mujeres.
Aulas peligrosas
En otros países más desarrollados, la idoneidad o no de la educación diferenciada se discute en términos estrictamente educativos. En Sudáfrica, además, son los aspectos sociales, y concretamente el papel de la mujer dentro de la sociedad, los que inundan el debate. Según los investigadores Relebohile Moletsane y Robert Morrell: “Los colegios de la antigua educación bantú [el sistema escolar para negros en tiempos del apartheid] se caracterizaban por el autoritarismo extremo y por el régimen patriarcal”. Esa situación ha derivado, según Morrell, en que: “Los colegios en África son lugares peligrosos, especialmente para las chicas (…). A pesar de que no hay informes cuantitativos sobre la violencia en los colegios africanos, muchos estudios indican que se trata de un problema muy extendido”.
Felicia Wilson, trabajadora de la UNESCO, elaboró en 2005 un informe titulado “Violencia de género en los colegios de Sudáfrica”. Entre otras conclusiones, en el informe se afirmaba: “La transición hacia la democracia en Sudáfrica ha estado acompañada de extremos niveles de violencia, tanto política como criminal. Agresiones, violaciones y violencia sexual son ‘endémicos’ en los colegios sudafricanos. A medida que la violencia ha crecido en la sociedad lo han hecho también los niveles de violencia de género en los colegios”.
El problema de las mujeres en Sudáfrica ha dejado de ser, por lo tanto, el acceso a la educación. De hecho, según datos del Departamento de Educación sudafricano, en los últimos años el porcentaje de niñas que acceden a la educación primaria ha superado al de los niños.
Con el propósito de aportar luz a este problema, el Gobierno sudafricano creó a finales de los años noventa el Gender Equity Task Team. Se trataba de un comité cuya labor era asesorar sobre la escolarización de las chicas. Una de sus muchas recomendaciones fue, precisamente, la creación de colegios solo para niñas.
En la enseñanza privada y en la pública
Sin embargo, la educación diferenciada ya existía en Sudáfrica mucho antes del fin del apartheid. Durante la etapa colonial fueron muchos los colegios que, siguiendo el modelo británico, nacieron siendo exclusivos para chicos o chicas. Pero se trataban de centros de élite donde, por supuesto, no tenían cabida los alumnos negros.
Con la llegada de la democracia y de las recomendaciones de los comités de expertos, el Gobierno pasó a defender la implantación de este tipo de escuelas. Por eso, dentro de los colegios diferenciados sudafricanos los hay tanto públicos como privados.
Personalidades públicas han salido en estos años a escena para apoyar la educación diferenciada. Es el caso de Helen Zille, ex alcaldesa de Ciudad del Cabo y actual líder de Alianza Democrática, principal partido de la oposición. “Las chicas tienen más confianza en sí mismas en colegios de educación diferenciada. Y mujeres mejor educadas son también más respetadas, además de tener una menor probabilidad de sufrir abusos”. Hasta la famosa presentadora norteamericana Oprah Winfrey entró en el debate, en el año 2007, financiando con 40 millones de dólares la creación de la Leadership Academy, una escuela solo para niñas en la provincia de Gauteng.
Pero no todo el mundo está de acuerdo. Farid Esack, ex comisionado de igualdad de género en este país, afirma que los colegios segregados no resolverían los problemas de discriminación sexual. Según Esack: “Los colegios con educación diferenciada no enseñan a las mujeres cómo tratar con los hombres. Están basados en el conservadurismo de las comunidades rurales en vez de en el espíritu de la igualdad de género”.
En medio de este debate, en el año 2009, el Sunday Times publicó un ranking en el que, basándose en datos del Departamento de Educación, se seleccionaban los cien mejores colegios del país. Al estudiar los datos, una de las conclusiones más sorprendentes, y que adoptó la forma de titular, fue la de que “los colegios con educación diferenciada son mejores que los de educación mixta”. En la clasificación elaborada por este periódico aparecían hasta 44 colegios de educación diferenciada (25 de chicas y 19 de chicos) entre los 100 mejores.