Este es un libro lleno de sentido común, es decir, provocativo. Lo ha escrito una madre que principalmente quiere ser eso: una madre. Si su afán hubiera sido ser una estrella o una ejecutiva de primer nivel se habría horrorizado al leerlo. Pero lo que más le interesa son sus hijos y educarlos bien.
Podía haberse puesto en manos de especialistas, pero eso es peligroso, porque los especialistas nunca atienden al caso particular sino al común de los niños y se olvidan de algo fundamental: que todo hijo tiene padre.
Por una extraña mutación en el sentido común muchos creen que los adultos con los que un niño se encuentra al nacer son su personal de servicio. Ella ejerce de criada y él de mayordomo. O quizás ella es la ama de llaves y su compañero el monitor de juegos.
Ciertas corrientes de la psicología consideran que lo más peligroso que le puede pasar a un niño es que sus padres le digan “No”. Es esa una palabra horrenda sólo justificable en boca de un menor cuando sus padres le mandan algo. Es lo que se llama lenguaje unidireccional. El niño ha de ser idolatrado y tiene derecho a todo para que su autoestima no se vea dañada y pueda seguir ocupando el centro del mundo. No es necesario que se mire el ombligo porque él es el ombligo de la casa y todo debe girar en torno suyo.
Betsy Hart ha escrito un libro para padres. Es como una llamada de atención en medio de un mundo de locos. La idea fundamental es que los padres no han de tener miedo de serlo porque ellos son los que mejor conocen a sus hijos y, por ello, quienes mejor pueden educarlos. Frente a los padres hay un hijo que pide ser ayudado y para ello reclama que le ayuden a modelar su corazón.
Esta es la idea principal del libro que sale al paso de que el niño es como un dios al que la casa se le ha quedado pequeña. Las restantes recomendaciones de la autora salen al paso de esta idea y tienen un carácter ilustrativo. Ella no pretende ofrecer un vademécum de soluciones porque no es una especialista sino lo que lo común de las mujeres que tienen hijos: madre.
Con los pies en el suelo
Para hacerse caro del realismo de la obra cito un párrafo:
«Sin miedo a educar es diferente a la mayoría de los libros de educación de los hijos porque no promete unos niños mejores. En nuestra sociedad orientada sólo a los resultados, queremos promesas. Queremos creer que si acumulamos suficientes vales para educar bien a nuestros hijos, los podemos cambiar por niños felices, realizados y emocionalmente estables. Si fuera tan fácil…”
Para los padres y educadores este resulta un buen libro, porque resitúa el tema de la educación. Recuerda que un niño ha de ser educado y que si no se aprende a ponerle límites se le acaba robando la posibilidad de ser feliz. Para colmo, cuando las cosas van así, los padres también acaban al borde de la locura. Vale la pena leerlo para repensar cómo estamos educando a nuestros hijos.