El Foro de la Familia espera que en 2013 las familias españolas sigan prestando a nuestra sociedad el impagable servicio que -por el mero hecho de existir- ya vienen prestando desde siempre y que, en época de grandes y lacerantes crisis, es especialmente necesario y digno de aprecio. Sin familias estables y comprometidas, fundadas en compromisos matrimoniales serios y tomados en serio por los cónyuges, nuestra sociedad sería un organismo sin esperanza por falta de natalidad para garantizar el futuro, un mundo insolidario de individuos aislados luchando por su bienestar particular sin criterios de solidaridad interpersonal, una realidad amorfa de súbditos centrados cada uno en su interés particular en una colmena donde un poder totalitario intentaría imponer por la fuerza los criterios mínimos de socialización solidaria que hoy –como siempre- espontáneamente proporciona la familia.
Estamos tan acostumbrados a vivir en familia, la humanidad es tan profundamente familiar en su historia y en su realidad actual, que nos resulta casi impensable concebir qué pasaría si la mayoría de los miembros de una generación renunciase a crear una familia o fracasase en el intento. Las peores utopías apocalípticas se quedarían cortas en la imaginación de catástrofes si esa fuese la realidad durante un cierto periodo de tiempo de la historia de la humanidad. Ahora que la idea del fin del mundo está de moda como broma publicitaria en los medios de comunicación a raíz de cierto calendario maya, podemos hacer el intento de imaginar una época sin familias.
En ese mundo sin familia ya nadie tendría hijos por amor sino por error o fallos de planificación tecnocrática de la propia fertilidad o por un cálculo de autosatisfacción personal como el que lleva a tener mascotas; en ese mundo no existirían compromisos estables de por vida entre personas vinculadas por una donación personal sin restricciones , sino meras relaciones contractuales de intercambio de prestaciones o placeres instantáneos con un criterio mercantil tipo “do ut des”; en ese mundo no habría próximos –prójimos- sino individuos relacionados circunstancialmente por intereses o sentimentalismos cambiantes e inestables; en ese mundo las personas, sin vínculos estables, flotarían aisladas en una sociedad amorfa en que el único elemento de cohesión social sería el poder político que -con la fuerza coactiva de la ley y la policía- intentaría imponer el respeto y la coordinación de intereses que ya los lazos de cariño familiares no podrían aportar espontáneamente.
Mientras la mayoría vivamos en familia, mientras la mayoría tenga hijos y se ocupe responsablemente de ellos, mientras la mayoría se mantenga fiel a sus compromisos matrimoniales, mientras la mayoría de las familias operen como auténticas redes de solidaridad eficaz para sus miembros, la sociedad tendrá futuro. Mientras todo esto siga siendo lo normal, lo cuantitativamente más presente en la sociedad, lo cualitativamente más valorado y presente en el horizonte vital de la mayoría de las personas, la sociedad se sostendrá, aunque una minoría renuncie a vivir en familia o fracase en el intento o se cierre a dar vida. Por el contrario, si la mayoría se apunta a estilos de vida no familiares o, incluso, antifamiliares, el desastre colectivo está garantizado.
Los estilos de vida antifamiliares, las ideologías que exaltan una sexualidad irresponsable, los planteamientos antihumanistas de género que juegan a la continua performance de la dimensión sexual de la personalidad, el rechazo al compromiso en las relaciones interpersonales entre hombre y mujer y la obsesión anti-vida de la moderna mentalidad anticonceptiva y abortista…son soportables –aunque con graves daños personales y colectivos- mientras sean minoritarios, mientras sean un costoso juego de una minoría soportado por la fidelidad generosa de una mayoría que vive en clave familiar. Si el etilo de vida parasitario de una minoría insolidaria, individualista y voluntariamente infecunda se presenta como ideal para todos y se extiende al conjunto o a la mayoría de la sociedad, el futuro desaparece para todos. Este es el riesgo en que vive la Europa actual, seducida por ideologías que niegan la bondad y viabilidad del compromiso matrimonial entre hombre y mujer, estable en el tiempo y abierto a la vida; una Europa que, equivocada profundamente sobre la naturaleza humana e incapaz de entender la maravilla de la feminidad y la masculinidad y el valor de su complementariedad abierta a la vida, empieza a hacerse incompatible con el carácter familiar del ser humano y, por tanto, se priva a sí misma –en una ceguera colectiva- de las claves para tener futuro.
En las sociedades sucede lo mismo que en los individuos: si una parte del cuerpo está enferma de una afección secundaria que no afecta a la viabilidad del organismo en su conjunto o si solo está dañado un órgano accesorio, la vida no está en peligro; pero si la enfermedad afecta gravemente a todo el organismo o a un órgano esencial, la vida está en peligro. La familia es condición esencial para la supervivencia de la humanidad y si sus afecciones (huida del compromiso matrimonial, rupturas conyugales, rechazo a la vida) se generalizan y se convierten en lo cuantitativamente más presente y en lo cualitativamente más deseado, el organismo social se condena a la muerte. Necesitamos muchas familias estables, comprometidas, abiertas a la vida, educadoras y solidarias si queremos tener futuro, si queremos mantener la libertad y si queremos que nuestra sociedad sea justa y acogedora.
Por todo esto, el Foro de la Familia desea que en el año 2013 las familias españolas, la inmensa mayoría de nosotros que vivimos en familia ( incluso los que han fracasado en el intento pero saben que eso es un fracaso y no un ideal de vida), nos esforcemos por ser leales a nuestras relaciones y compromisos familiares, para ayudar a que nuestra sociedad sea más justa, más libre, más solidaria y más humana.
La familia sostiene a la sociedad y garantiza la libertad de todos y la justicia solidaria. Quienes hacen familia, leales a sus compromisos personales, abiertos a la vida y se responsabilizan con seriedad de sus hijos, son los verdaderos constructores de futuro y garantes del bienestar de todos; son los héroes de nuestra época.
ABC, diciembre 2012
Benigno Blanco
Presidente del Foro de la Familia