Celebramos el día de la madre del año 2021. Es la segunda vez que lo hacemos después de que el mundo se detuviera allá por el mes de marzo de 2020. El primer día de la madre después de aquello nos pilló así, sin poder celebrarlo con las nuestras, sin poder darles un abrazo, tirando de videollamada para poder demostrarles el cariño tan grande que les tenemos, y tratando de decirles que les queremos muchas veces y muy alto, después de haber sido conscientes de lo poco que se lo decíamos y la suerte que tenemos de tenerlas, aunque sea lejos. Aquel día de la madre también hubo muchas personas que tuvieron que lanzar un beso al cielo, dirigidos hacia madres que se habían marchado tiempo atrás, o algunas que se habían marchado antes de tiempo de aquí, por culpa del maldito bicho.
Este día de la madre es un poco diferente. Estamos aprendiendo a vivir esta nueva realidad que nos ha tocado, soñando con que algún día vuelva la antigua normalidad, y podamos volver a ser los de antes. Pero sabiendo que hemos superado un año duro, que estamos mejor que el año pasado, y que debemos agradecer y valorar lo que tenemos, y que estamos aquí.
Pero ¿qué ha pasado en estos últimos meses?
Confieso que, cuando empezó todo esto, soy de esas personas que caí. No supe afrontarlo bien. Me dejé llevar por el miedo y por la incertidumbre, por el temor de un bicho que estaba amenazando al mundo y a su estilo de vida. Supongo que ser madre de 9 hijos, y saber que los 11 somos vulnerables, es mucho peso para una espalda. Pasé un primer me difícil, muy floja, llorando mucho, disimulando también mucho.
Hasta que un día hice click. Qué fan soy de los clicks, esos que te hacen tomar decisiones y cambiar las cosas. Un día estaba tumbada, a deshora, en la habitación, lamentándome yo sola por la tediosa situación en la que estábamos, y entró mi marido. Y cuando me vio me dijo: “osea que, ¿te voy a perder?”. Me agarré a esas palabras pensando que si eso pasaba por la cabeza de mi marido, qué estaría pasando por la de mis hijos. En momentos tan delicados como los que estábamos viviendo, ¿iban a perder a su madre?
Hubo un segundo click muy fuerte en mi cabeza. Escuché una homilía en esas misas de domingo on line que nos vimos obligados a vivir, y el sacerdote dijo: este es el momento en el que tienes que averiguar qué se espera de ti, qué te está pidiendo Dios en esta situación, en estos días, en este tiempo.
Así que esto lo cambió todo. Me di cuenta de que estábamos, y seguimos estando, en un momento increíblemente perfecto para reflexionar, para parar, para pensar, para redirigir. Todos hemos pensando en este tiempo, que podíamos mejorar muchas cosas que no iban bien antes de la pandemia. Y de eso se trata, de llevarlo a cabo.
Pienso muchas veces que nuestros hijos, cuando miren para atrás y les cuenten a sus hijos cómo vivieron esta situación, les vengan recuerdos a su cabeza de su madre y su padre, alegrándoles el día, jugando con ellos, aparcando los móviles, cocinando cosas ricas… haciendo familia. Siendo más madres y más padres que nunca.
Es, sin duda, EL MOMENTO DE LA FAMILIA. Es, sin duda, el momento de pensar qué madre quiero que recuerden mis hijos. Tiempo para pensar, parar la rueda de hámster y decidir qué ritmo queremos que lleve, ahora en pandemia, y cuando todo esto acabe.
Aprovechemos esta oportunidad que se nos brinda. Ojalá consigamos, finalmente, sacar algo bueno de todo esto.