Récord de participantes en las marchas por la vida San Francisco, París y Washington
Cientos de miles en la Marcha por la Vida del lunes 24 en Washington
P. J. Ginés
En España, desde la gran manifestación «La familia importa», de 2005, los obispos no salen a la calle en marchas o concentraciones callejeras. La excepción son las Misas del Día de la Familia que celebra desde hace cuatro años en Navidades el cardenal Rouco, de Madrid, con la asistencia de decenas de obispos de toda España.
El episcopado español decidió limitar su presencia «callejera» a actos litúrgicos, en parte por considerarlo más adecuado, en parte para dejar el protagonismo a los laicos, en parte porque la prensa de izquierda suele ilustrar las noticias sobre estos actos con fotos de obispos, en vez de fotos de multitudes de familias. De hecho, más de una vez sucedió en 2009 o 2010 que una manifestación de decenas o cientos de miles de laicos, jóvenes y familias era ilustrada en El País o Público con viejas fotos de obispos de la manifestación de 2005.
En otros países, en cambio, los obispos combinan lo litúrgico y lo callejero en varios formatos, como se pudo ver en este fin de semana, en el que coincidieron las marchas por la vida en Estados Unidos (con motivo del aniversario de la sentencia «Roe vs. Wade», que liberalizó el aborto en el país) y en París, que conmemora la «ley Veil», que lo despenalizó en Francia. Todas las grandes marchas han crecido en los últimos años, y en ellas participan cada vez más obispos.
San Francisco: diez obispos y 40.000 asistentes
La muy progresista California solo cuenta con Caminatas por la Vida desde hace 4 años. Éstas han crecido de apenas 6.000 manifestantes a los casi 40.000 que desfilaron el pasado sábado por el Embarcadero de San Francisco. Este año asistieron los 10 obispos católicos de la zona de la Bahía de San Francisco, incluso los ya jubilados y los auxiliares, representando las diócesis de San Francisco, Oakland, Santa Rosa, San Bernardino, Stockon, Sacramento y Orange. Como en ocasiones anteriores, abundaban los carteles de parroquias, mensajes en español, estandartes de la Virgen de Guadalupe, manifestantes católicos de origen vietnamita, y gran cantidad de jóvenes y familias.
En la cabecera de la marcha, esperando aparecer en los medios de comunicación (abrumadoramente pro-aborto en California), había un centenar de contramanifestantes, entre los que figuraban asociaciones feministas, grupos abortistas, asociaciones homosexuales y grupos ateos con lemas como «Arrestad al Papa» y «Acabad con la opresión religiosa». El elemento cristianófobo era más evidente que la mera propaganda pro-aborto entre la contramanifestación, con gritos e insultos contra los pro vida, que iban protegidos por la policía. Pasada la cabecera, decenas de miles de pro vida caminaban con tranquilidad.
Un vídeo de 6 minutos registra muy bien el ambiente de la manifestación de San Francisco y de sus contramanifestantes:
Uno de los momentos más impactantes del encuentro fue el testimonio de Abby Johnson, joven ex directora arrepentida de una clínica de la multinacional abortista Planned Parenthood. Johnson ha publicado recientemente su historia en un libro. Normalmente dirigía el centro pero no asistía a los abortos. En cierta ocasión en que le solicitaron ayudar en un aborto, quedó escandalizada al ver por la sonda la resistencia del feto de 13 semanas.
«El bebé comenzó a patear, como si tratara de alejarse de la sonda invasora. La cánula le presionaba y el bebé luchaba para girar de inmediato. Parecía claro que podía sentir la cánula, y no le gustaba lo que estaba sintiendo», afirmó Abby. Aquello le impactó, y le hizo mirar de otra manera su entorno. Cuando llegó a la conclusión de que el aborto era injustificable, y viendo que en su entorno religioso (episcopalianos, es decir, anglicanos liberales) se apoyaba el aborto, abandonó aquel mundillo y empezó su camino hacia el catolicismo. El sábado dijo a los jóvenes del Embarcadero: «Sois la nueva generación del movimiento pro vida y os puedo decir que los de Planned Parenthood están temblando».
Otros actos: obispo con Rosario ante la clínica, sillitas de bebé vacías en marcha
Por casi todo Estados Unidos hubo actividades y marchas pro vida del viernes al domingo, especialmente en aquellas que están lejos de Washinton o de San Francisco. En Amarillo (Texas) el obispo de la diócesis, Patrick J. Zurek, junto con cientos de feligreses marcharon por las calles y se detuvieron a rezar el Rosario ante una clínica abortista local. Rezar el Rosario ante clínicas abortistas es una práctica clásica en el movimiento pro vida católico, y en Estados Unidos siempre hay algún obispo que participa. En España aún no se conocen casos de obispos que recen el Rosario ante clínicas de abortos.
En la no muy lejana Dallas, se convocaron dos actos de oración a las 10 de la mañana: alabanza y adoración para protestantes en la Iglesia baptista; misa para católicos en la catedral de Guadalupe. Luego, ambos grupos se juntaron y salieron en manifestación por la vida llevando carritos de niño vacíos para simbolizar la ausencia de los que fueron abortados.
En muchos sitios donde el movimiento pro vida es pequeño, buena parte del protagonismo recayó en la Iglesia y en los colegios católicos. Por ejemplo, la diócesis de Lafayette (Louisiana) reunió mil alumnos de 8 colegios en una marcha juvenil por la vida. Una de las voluntarias del Proyecto Raquel, que atiende mujeres dañadas por el aborto, explicó a los jóvenes lo que sufren las mujeres que recurren al aborto y las secuelas que les deja. Una chica, hija adoptada, les explicó como la madre que la dejó nacer y la dio en adopción hizo bien al dejarla vivir «y darme la oportunidad de experimentar todo lo que hoy tengo».
Domingo: París por la Vida con mensaje papal
Las Marchas por la Vida en Francia, que tienen periodicidad anual, también han ido creciendo con los años. En la edición de 2005, apenas eran unos 10.000 manifestantes. Este domingo fueron más de 20.000, en un país tremendamente descristianizado y materialista. Muchos llevaban los colores oficiales de la marcha: el rojo de la vida y el blanco de la inocencia.
Por primera vez, 25 obispos (entre diocesanos, auxiliares y eméritos) expresaron su apoyo a la marcha (en años anteriores no llegaban a 12), pero la mayor novedad fue una carta de apoyo de Benedicto XVI: «Saludo cordialmente a los valientes manifestantes que luchan por la vida y contribuyen a instaurar una nueva cultura de la vida», afirmó el Papa Benedicto XVI en un texto enviado a los organizadores del evento, una alianza de 15 asociaciones pro vida y pro familia.
La mayoría de los obispos que apoyan la marcha no participaron en ella personalmente, pero algunos sí, como Marc Aillet (obispo de Bayona desde 2008), François Jacolin, obispo de Mende o el obispo Bagnard, de Belley-Ars, todos ellos veteranos de esta Marcha. Además, acudió el obispo auxiliar de Salzburgo (Austria), Andreas Lang, con algunos feligreses. Varios países europeos enviaron representantes de asociaciones y movimientos pro vida.
La marcha recorrió la ruta de la Plaza de la República a la Plaza de la Ópera. Apenas hubo una veintena de contramanifestantes de un grupo antisistema, que fue aislado por la policía durante todo el acto. En la Plaza de la Ópera se pronunciaron algunos discursos. Acabados estos, un grupo de unas mil personas rezó el Rosario.
Tanto en Francia como en Estados Unidos lo que se pedía era la abolición del aborto.
El manifiesto francés, por ejemplo, rechaza «la simple revisión de las leyes de bioética» y pide «la prohibición pura y simple de toda forma de experimentación o selección del embrión humano».
En ambos países, el formato fue a la vez festivo y vivencial; aconfesional pero abierto a la presencia de entidades religiosas; no partidista y exigente con los políticos.
«Maratón» de resistencia en Washington
Pero de todas las actividades pro-vida convocadas estos días, la más agotadora puede ser el «pack completo» de Washington. Aunque el aniversario estricto de «Roe vs. Wade» se celebraba el sábado, los pro vida quisieron que la marcha se celebrase el lunes 24, porque, pese al frío y pese a ser día laborable, tiene una ventaja: los diputados están en el Congreso y verán a la multitud. Tiene otra ventaja: los contramanifestantes quedan en evidencia como tales, no acuden «a celebrar Roe vs. Wade», sino a parasitar el acto y salir en las noticias.
El «pack completo» es agotador porque incluye: de 4 a 14 horas de autobús desde cualquier lugar del Este de EEUU a Washington, concierto de «rock por la vida» el sábado o domingo; para los católicos, gran vigilia por la vida en la Basílica de la Inmaculada Concepción el domingo por la tarde; noche de adoración perpetua; por la mañana del lunes, «rally» (es decir, macro-celebración) con 27.000 jóvenes católicos repartidos en dos macro-estadios (el año pasado se hizo sólo en uno y quedó tanta gente fuera que se decidió alquilar un segundo; ambos se llenaron y la cantidad se contó por los tickets entregados); sin moverse del sitio, misa con el cardenal Wuerl (en un estadio) o con el cardenal DiNardo (en otro estadio); y luego, todos juntos, a la Marcha por la Vida a caminar varias horas. En la vigilia del domingo por la noche el cardenal Daniel DiNardo (presidente actual de los obispos de EEUU) dijo a los jóvenes: «tened piedad de vuestros mayores y dejadles dormir algo», y también «nos cansamos solo mirándoos», como homenaje a una juventud incombustible.
Aunque muchos grupos organizaron sus propias misas en la Basílica de la Inmaculada Concepción a medida que iban llegando, el gran encuentro del domingo por la noche fue memorable: 5 cardenales (de Houston, Washington, Chicago, Filadelfia y Boston), 39 obispos y 10.000 fieles llenaron el templo; música de coro potente y órgano, un recuerdo al legado pro vida de Juan Pablo II, entre aplausos entusiastas, y una denuncia del cardenal DiNardo de que «los intentos, al parecer diarios, de negar a los farmacéuticos y las enfermeras sus derechos de conciencia son preocupantes; y otra violación tiene lugar cuando los contribuyentes están obligados a financiar abortos».
La cantidad de personas que marcharon en Washington, como en ediciones anteriores, fue de varios cientos de miles a pesar del frío intenso, confirmando una tendencia de movilización a favor de la vida que busca tener traslación, de la calle, a los banquillos parlamentarios.