Bastantes padres se sienten agobiados por la educación de sus hijos. Quieren para ellos lo mejor y están dispuestos a todo, pero no saben exactamente qué hacer. Con frecuencia, hablan con otros matrimonios en circunstancias análogas, acuden a charlas, conferencias y cursos, leen artículos, folletos o libros, consultan con maestros y profesores, con psicólogos y otros especialistas. Su conocimiento aumenta, pero también sus preocupaciones. Les desborda tanta información, no siempre homogénea y en ocasiones contradictoria; tienen la impresión de no llegar, de no dar abasto; son demasiadas las cosas que deben atender. Como en situaciones análogas, el remedio podría consistir en encontrar «la tecla» que propicia un cambio de actitud, capaz de provocar a su vez una modificación en el comportamiento. En nuestro caso, el consejo es relativamente sencillo, al menos de formular: disfruta de cada uno de tus hijos; y, para conseguirlo, ante todo, aprende a contemplarlo, a mirarlo con atención y cariño.