Pese a la indiscutible calidad de sus largometrajes, la productora británica Aarmand, ahora asociada con Columbia Pictures, no acaba de conseguir la deseada repercusión en taquilla. Sólo Chicken Run. Evasión en la granjacumplió las expectativas, mientras queRatónpolis, Wallace & Gromit: La maldición de las verduras y Arthur Christmas: Operación Regalo merecían mejores resultados de recaudación. Ahora, la compañía vuelve al abordaje de la taquilla con ¡Piratas!, adaptación de un libro de Gideon Defoe, que se ha encargado personalmente del guión adaptado.
El Capitán Pirata (ése es su nombre) aspira a conquistar el premio al pirata del año, con ayuda de su desaliñada tripulación. Pero sus principales rivales se burlan de su falta de aptitudes para la piratería, de la ridícula recompensa que ofrecen por él (unos pocos doblones y un boli de regalo), y de su mascota, un loro extremadamente obeso. Pero tras un encuentro con el científico Charles Darwin, enamorado de la Reina Victoria, éste desvela que el animal en realidad es un ejemplar único de dodo, un ave que se creía extinta, lo que ofrece inesperadas perspectivas de acudir a Londres y hacerse con el galardón al descubrimiento científico del año.
En ¡Piratas! Aarmand acierta al recuperar para el largometraje la especialidad de la casa, la técnica conocida como stop motion que le da un encantador aspecto artesanal a los dibujos. La animación es lo suficientemente dinámica e imaginativa, y sobre todo, adquiere valor al ser diferente en un mercado prácticamente monopolizado por las producciones digitales. Además el guión rebosa un tipo de humor muy británico opuesto al de los films familiares de Hollywood, sobre todo más irónico. Tiene como cabe esperar en un estreno de estas características su moraleja, en torno a la importancia de la amistad, que está por encima de los valores familiares y de lo que piensen los demás. Y aunque no se trata del film más memorable de Aarmand (el nivel estaba alto) se sigue con interés.