Desayunan, comen y meriendan en el colegio. Son ‘los primeros del cole’ y, extraescolares mediante, también los últimos en abandonar el centro. Llegan a casa con el tiempo justo para hacer los deberes, cenar e irse a la cama. Actividades que, con un poco de suerte, compartirán con sus padres. A veces a costa de sacrificar horas de sueño. Es el panorama de buena parte de los niños españoles que dibuja el psicólogo César de la Hoz. «Muchos chavales están así, desatendidos».
De la Hoz trabaja en programas de intervención en centros escolares. En concreto, en Madrid y Segovia. Cuenta que no es raro que los chavales le busquen «para hablar». Que «lo necesitan porque no ven a sus padres». Que apenas tienen vínculo con ellos, o sucede que, para verlos, se quedan despiertos hasta tarde, lo que propicia no solo que no duerman las horas necesarias, sino que consuman contenidos de televisión inadecuados. Y que muchos se relacionan con sus hijos por WhatsApp. Es la cara infantil de la no-conciliación familiar y laboral, ese tema tan recurrente como el fútbol en las conversaciones de los españoles y que, sin embargo, no termina de resolverse.
«Los niños lanzan mensajes aterradores, se sienten solos. Y son la sociedad del futuro», alerta José Luis Casero, presidente ARHOE-Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, durante la jornada ‘Hora de conciliar. Guía para trabajar la sensibilización sobre conciliación en la comunidad escolar’, celebrada en Madrid. «En la gran mayoría de los discursos no se menciona a los menores, y la conciliación es un derecho de adultos y niños. La educación, la salud y las horas de sueño han de estar por encima de la economía».
Un tema, el de las horas de sueño, que tiene que ver con los horarios de trabajo en España, pero también con el huso horario español. Y que trae como consecuencia «una sociedad más cansada, menos productiva y fracaso escolar. Los niños llegan al colegio dormidos», afirma Casero. Sin embargo, es en esas primeras horas de clase cuando suelen impartirse las asignaturas más duras, como lengua o matemáticas. «Dicen que porque están más tranquilos. Lo que pasa es que están dormidos y no se enteran».
Otro de los problemas de la falta de conciliación familiar infantil es que muchos niños están siendo educados por personas que no son sus padres. Por ejemplo, los abuelos. Son la tabla de salvación de muchas familias, pero, a la vez puede tener un «efecto perverso», destaca Usue Madinaveitia, fundadora del movimiento social #mamiconcilia. «Los abuelos inculcan valores del pasado. Por ejemplo, los niños ven que la mujer se ocupa de todo en casa y sirve al hombre, cosas que precisamente queremos cambiar para conseguir una sociedad más igualitaria». Sucede también, dice, con los cuidadores extranjeros. Y tiene consecuencias, por ejemplo, sobre la alimentación. «Muchos niños se pasan todo el día en el cole o con estas terceras personas, de modo que no controlamos lo que comen nuestros hijos». O el problema de la lactancia materna, que la OMS recomienda como único alimento durante los seis primeros meses de vida del niño, algo incompatible con las 16 semanas de baja por maternidad en España.
De esto Madinaveitia sabe por propia experiencia. Trabajaba en una agencia de publicidad, «el típico empleo vocacional, en el que se presume que no hay horarios». Cuenta que, cuando era joven, le parecía bien. «Pero la vida cambia». Tanto que, a tres semanas de incorporarse de la baja maternal, la ‘invitaron’ a no volver. Así que, por obligación, dio un giro a su carrera para dedicarse a analizar cómo concilian diferentes profesiones, porque «siempre se había trabajado la conciliación desde punto vista empresarial y no tanto ciudadano». Por eso, ha recopilado testimonios, reunidos en varios e-books, que le han permitido sacar varias conclusiones. Una de ellas, que las empresas que toman medidas de conciliación tienen a sus empleados más contentos, por lo que obtienen mejores resultados. «Son más productivas, atraen talento y ganan reputación».
Otra, que el éxito se entiende demasiado a menudo desde un punto de vista empresarial y económico, «lo que hace que nos convirtamos en esclavos de nuestra propia vida. Es necesario replantear el concepto de éxito, basado en vincular la autorrealización con el trabajo». Y acabar con esa práctica tan extendida entre algunos directivos «que alargan la jornada intencionadamente para llegar a casa con los niños ya bañados», cenados e incluso acostados.
Y otra que, de no revertir esta situación y realizar cambios a nivel de Estado, que nos encaminamos a un «suicidio demográfico«. «Cada vez tenemos menos hijos, y los tenemos más tarde. Es insostenible».
Conciliación no sólo para los padres
Llama la atención sobre un fenómeno que dice haber apreciado: «gente que no tiene hijos que manifiesta odio a los que sí porque se sienten discriminados, ya que las medidas de conciliación en la empresa suelen dirigirse a los que son padres. «Es necesario que las políticas de conciliación sean para todos. Si no, es imposible acabar con la discriminación y el mobbing hacia las mujeres que concilian por tener hijos».
En su opinión, partidos políticos y gobierno no terminan de enterarse de la situación. «Proponen medidas como ‘prestar atención al mobbing maternal’. Es necesario algo más que prestar atención. O el ‘cheque guardería’, cuando lo que queremos es poder criar a nuestros hijos en sus primeros años de vida».
«Adaptar la jornada laboral a la escolar es utópico, el problema es la tendencia a adaptar la jornada escolar a la laboral«, con las consecuencias que eso tiene, afirma José Luis Fernández Santillana, director del Gabinete de Estudios de USO y también participante en la jornada, en la que se presentaron los resultados de los talleres sobre conciliación organizados por ARHOE en cuatro centros escolares. Unos talleres en los que participaron más de 1.200 alumnos y a los que -significativamente- apenas pudieron acudir 40 padres.
«Constatamos un escaso interés por parte de los docentes», destaca Paz Ulloa, economista experta en igualdad de oportunidades, que resalta la necesidad de educar desde edades tempranas para promover la conciliación, la corresponsabilidad y racionalización de horarios, y transmitir valores y actitudes que contribuyan a la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres.
Proponen, por ejemplo, cuadrantes para un uso equitativo del patio del recreo, tras constatar que los niños lo monopolizaban para jugar al fútbol, dejando fuera a las chicas y parte de los chicos. Juegos de intercambio de roles, porque «las niñas corrían al espacio doméstico, y los niños al ordenador». Talleres para cuidar y cuidarse, en los que aprendan a planchar, arreglar un grifo, coser un botón , cambiar pañales… Toda una serie de propuestas que recopilarán en una guía para la comunidad educativa, además de trabajar para que la conciliación se incluya en el currículum educativo, de forma que, «ya desde la infancia, niñas y niños aprendan a racionalizar los tiempos y a valorar y diferenciar sus tiempos familiares, personales, profesionales y laborales».
Noticia de Elena Mengual publicada en El Mundo