Esta semana se ha consumado el abandono por parte del Partido en el Gobierno a quienes le votaron para que se respetara el derecho a la vida del no nacido.
Después de muchos años de lucha de la sociedad civil en defensa de la vida, los pactos, los consensos, los cálculos electorales, los intereses ocultos, los complejos y la cobardía han dado en reconocer el aborto como un derecho de facto y han consagrado el aborto libre.
Se ha roto, pues, la confianza en nuestros gobernantes y ya no podemos creernos ni promesas, ni argumentos, ni dilaciones oportunistas dejando la resolución en manos de un tribunal, el Constitucional, que lleva 5 años mareando la perdiz con excusas que ofenden la inteligencia sobre la no intromisión en procesos electorales.
Es la hora, por tanto, de la sociedad civil. Los que defendemos la vida, toda la vida, preferimos hacerlo solos que mal acompañados. Es la hora de organizar la respuesta a tanto engaño sin contar con unos políticos estrechos de miras y vendidos a intereses internacionales de control de la población.
Somos muchos los que no cambiaremos vidas por votos y no nos afectan los mensajes del miedo ni las supuestas recuperaciones económicas que sólo ven los que no han sufrido estos años el terrible zarpazo de la crisis. La familia española no ve esa tan cacareada recuperación ni cree en supuestos planes de familia que no tienen ningún recorrido efectivo y que no son más que un maquillaje para que parezca que nuestros problemas les importan.
Han juzgado mal la madurez de los votantes. Hoy las alcaldías, las comunidades y los escaños no se dirimen por miles de votos, sino por cientos. Un partido que desprecia a muchos centenares de miles de sus votantes, engañándoles incumpliendo su programa electoral, no merece ser tenido en cuenta ni escuchado.
Si me engañan una vez, la culpa es del que miente. Si me engañan dos veces… la culpa es mía.