Empezamos el curso escolar bajo la reglamentación de una nueva Ley de Educación: LOMCE- Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa. La séptima de la democracia.
Es evidente que tanto esfuerzo no ha dado el resultado apetecido por las familias españolas. A todas les ha faltado algo fundamental: fomentar, potenciar y facilitar la colaboración entre padres y profesores.
Son varios los casos que demuestran que la relación entre familia y escuela está muy deteriorada, principalmente por falta de confianza mutua. Confianza que hay que recuperar y restablecer.
Los padres –primeros y principales responsables de la educación de sus hijos- no pueden quedarse como meros observadores delegando la tarea más importante que tienen en su vida en las instituciones de enseñanza.
Por eso, hoy más que nunca, se hace necesaria la participación de los padres en los centros educativos. Participación que tiene dos ámbitos singulares:
-Colaboración con el colegio en todo aquello que éste necesite de los padres para llevar a cabo su labor instructiva y educativa.
-Solidaridad y colaboración con los otros padres a través de distintas formas organizativas como las APAs, las escuelas de padres, las comisiones de trabajo, la programación y desarrollo de actividades, etc.
Se habla continuamente de la necesidad de un pacto nacional entre partidos políticos en materia educativa.
El verdadero pacto a promover es el de la estrecha colaboración entre familias y profesores dejando un segundo pacto entre los grupos políticos para cumplir el mandato constitucional: “Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones”.