Descarga aquí el informe realizado por Acción Familiar.
Cuando se intentan explicar las desigualdades laborales entre hombres y mujeres siempre se analiza la brecha salarial, a pesar de que la legislación laboral en España, la de toda la UE y los países más desarrollados, prohíbe a las empresas pagar salarios diferentes a hombres y mujeres ante un trabajo idéntico.
Sin embargo, estas diferencias en el mercado de trabajo también vienen condicionadas por otro factor fundamental y casi siempre olvidado: la situación familiar. «Durante casi cuatro meses hemos analizado los microdatos de la Encuesta de Población Activa (EPA) 2014 y hemos concluido que las diferencias laborales entre hombres y mujeres se acentúan desde la perspectiva de familia —apunta María Teresa López López, directora de la Cátedra Extraordinaria de Políticas de Familia (Universidad Complutense de Madrid-Acción Familiar)—. Con este estudio no se pretende incidir en las desigualdades entre hombre y mujeres, sino estudiar las diferencias existentes también entre los propios hombres desde un punto de vista familiar».
En este sentido, y atendiendo al estado civil, la posición de las mujeres casadas en el mercado laboral las sitúa en casi todos los casos en unaclara posición de desventaja (42,3%), no sólo respecto a los hombres (54%), sino también a otras mujeres que mantienen estados civiles diferentes —solteras (46,3%), divorciadas (54,2%)…—.
La tasa de empleo más elevada es la de las mujeres separadas o divorciadas (54,2%) situándose dos puntos por encima de la tasa de hombres. «La explicación podría estar en que muchas casadas optan por hacer una pausa o retirarse del mercado de trabajo remunerado, al menos temporalmente, o se ven expulsadas del mismo por circustancias asociadas al hecho de estar casadas, como es tener hijos pequeños —destaca López López—. En el segundo caso estaríamos hablando de una discriminación que va más allá del hecho de ser mujer, y tiene sus raíces en la situación familiar. Mientras, las solteras o las divorciadas se lanzan sí o sí al mercado laboral porque no cuentan con otro apoyo económico para vivir», explica.
Tipo de hogar
El papel que desempeñan hombres y mujeres dentro de su unidad familiar también es una variable importante. En 2014 había en España más de 2,2 millones de parados cabeza de familia, de los cuales más de 900.000 se encontraban al frente de hogares con hijos a cargo, y más de 400.000 tenían a su cónyuge o pareja también en el paro. El informe destaca que tanto si se trata del cabeza de familia como del cónyuge o pareja, la tasa de empleo de las mujeres resulta ser siempre inferior a la de los hombres. Asimismo, la tasa de paro de ellas es ligeramente superior. Sólo para el caso de los hijos de 25 y más años que conviven con sus padres, las mujeres presentan una situación algo más favorable que la de ellos, con una tasa de paro más de 3 puntos inferior.
Atendiendo al tipo de hogar, es en las familias nucleares donde se observan las tasas de actividad y empleo más elevadas, mientras que las mayores tasas de paro —superiores al 35%— se encuentran en las familias monoparentales.
Otro dato preocupante para Acción Familiar es el empeoramiento de algunos de los indicadores del mercado de trabajo –como la subida de la tasa de paro y la reducción de la tasa de empleo— a medida que aumenta el número de hijos, «lo que evidenciaría que el mercado laboral español no sólo no facilita la conciliación de la vida familiar y laboral, sino que penaliza a las personas con mayores responsabilidades familiares, especialmente a las mujeres, pero también a los hombres», explica Rosario de Gortázar, presidenta de Acción Familiar.
Convivencia en el hogar
En términos absolutos, el número de hijos que conviven con sus padres y se encuentran en situación de paro, asciende a más de 1,7 millones, de los cuales casi el 60% son hombres. La tasa de paro global de este grupo de población asciende a más del 40%.
La situación de las hijas en el mercado de trabajo es más favorable que la de hijos varones, con tasas de empleo superiores a partir de los 25 año. Sin embargo, en el grupo de los 25 y 44 años la tasa de empleo de los hijos e hijas que viven con sus padres es superior al 50%. «En futuros estudios sería necesario analizar el tipo de trabajo que tienen, intentando ver si una de las razones por las que aún teniendo trabajo permanecen en el hogar de sus padres es el bajo nivel salarial y la precariedad de sus puestos, lo que actuaría como impedimento para su emancipación y para la formación de su propia familiar», explica López López.
Propuestas
Con estos datos sobre la mesa, desde Acción Familiar consideran que todavía queda mucho camino por recorrer a la hora de implementar medidas que permitan avances reales hacia una mayor conciliación entre la vida familiar y laboral de los trabajadores en España. «Es necesario trabajar para llevar a cabo un cambio cultural que les permita disponer de unos horarios laborales más racionales, que faciliten a las familias un mejor uso del tiempo». asegura Rosario de Gortázar.
Igualmente les parece urgente «recuperar el valor social y económico de la maternidad, lo que evitaría la aparición de discriminaciones hacia las mujeres, especialmente de las que están en edad fértil, no sólo en el acceso a los puestos de trabajo —matiza María Teresa López López—, sino también en la permanencia y promoción en las empresas. Si no se producen cambios y continuamos en un escenario laboral como el actual, poco favorable a la maternidad y a las familias numerosas, no será posible alcanzar una tasa de fecundidad cercana al nivel de reemplazo, con las consecuencias sociales y económicas que esto implica en el medio y largo plazo», concluye.
Tras este informe y lograr una fotografía del panorama actual, la pretensión de Acción Familiar es estudiar los datos de la EPA cada vez que se publique y, de este modo, lograr un mayor análisis de la evolución del mercado laboral y cómo influyen las posibles políticas familiares que esta organización confía en que se pongan en marcha.