La reforma de la Ley del aborto en clave de protección de la vida y la maternidad, es uno de los compromisos electorales del Partido Popular que más votos atrajo hacia el PP, y cuyo cumplimiento ayudará a fidelizar a parte de su electorado a la par que un eventual incumplimiento provocaría una profunda desafección en sus bases electorales. Por eso, la reciente concreción por parte del ministro de Justicia de las ideas básicas inspiradoras del Proyecto de Ley que próximamente remitirá a las Cortes ha generado las lógicas críticas de la izquierda ideológicamente abortista y –probablemente-, las mayores muestras de apoyo al Gobierno de su base sociológica desde que Rajoy es presidente.
La supresión del sistema de plazos, y su sustitución por un sistema de despenalización parcial acotado a supuestos de graves conflictos entre la vida del no nacido, y otros bienes o valores de la mujer de igual rango constitucional, y siempre que tal conflicto no pueda resolverse de otra manera, supondría devolver la legislación sobre el aborto al marco de la interpretación de la Constitución establecido por el TC en las sucesivas sentencias que desde 1985 han fijado el marco jurídico – constitucional de la vida del no nacido. Ahora bien, no sería real esta reconducción, si la ley no prevé mecanismos efectivos y objetivos para la acreditación independiente de la existencia y gravedad de tales conflictos; que justificarían la no punición del aborto; pues de no ser así se posibilitaría de nuevo el sistemático fraude de Ley que se produjo en España entre 1985 y 2010. Años en los que bajo una Ley teóricamente bastante restrictiva que llevó a una situación de aborto libre y mercantilizado sin control de ningún tipo.
Otros factores de la propuesta del ministro Gallardón son la regulación de la información exhaustiva que debe recibir la mujer embarazada que se plantea la posibilidad de abortar, la desaparición de la posibilidad de las menores de edad de abortar sin el conocimiento ni el consentimiento de sus padres, y la creación de un marco jurídico que proteja el derecho a la objeción de conciencia del personal sanitario. Con este conjunto de normas se daría un sustancial paso adelante, aunque aún insuficiente, hacia el objetivo final e irrenunciable de llegar algún día a una legislación que de verdad haga justicia total al ser humano en su fase de vida prenatal.
En todo caso, una buena Ley moderna no puede limitarse a la sanción penal del aborto sino que debe incorporar también políticas activas de apoyo a la mujer embarazada para ayudarla a remover cualesquiera obstáculos con que se pueda encontrar para ejercer su derecho a ser madre. Hay que ser consciente de que hoy día a algunas mujeres se les plantea situaciones muy dramáticas alrededor de un embarazo imprevisto como consecuencia de un modelo de relaciones laborales y económicas que no aprecia sino que castiga la maternidad, del egoísmo de muchos varones que no están dispuestos a asumir la paternidad y, como consecuencia, de la marginación social de grupos de mujeres a raíz de la crisis económica.
Una solución progresista frente al aborto implica la protección total y sin excepción del niño no nacido y también, una protección total de la mujer embarazada y su derecho a la maternidad. Ésta es la propuesta del Foro de la Familia que seguiremos defendiendo siempre; la defendimos cuando estaba en vigor la Ley de 1985, cuando se debatió y se aprobó la Ley de 2010; y la seguiremos defendiendo cuando en su caso esté en vigor la reforma impulsada por el ministro Gallardón. Pero, la claridad de nuestra propuesta y su carácter irrenunciable para nosotros no quita que animemos a todos los que vayan dando pasos legislativos y políticos para avanzar desde la situación actual de total desprotección de la vida y la mujer hacia el ideal que es nuestro objetivo.
La superación de la cultura de la muerte de la actual legislación abortista, no es sólo responsabilidad de políticos y legisladores, sino también a los ciudadanos nos corresponde una gran responsabilidad. En particular a nosotros nos corresponde crear una cultura favorable a la vida y a la maternidad en el entramado ordinario de la vida social a través de nuestra palabra y nuestro ejemplo; y generar una red solidaria de apoyo a toda mujer embarazada que nos permita afirmar con orgullo que donde cada uno de nosotros estamos ninguna mujer estará sola frente a los problemas derivados de su embarazo ni frente a la eventual tentación del aborto; porque todas y cada una nos tendrán a su lado dispuestos a mirarlas con cariño, a hacer nuestros sus problemas y a ayudarles a afrontarlos. Si nos comprometemos a esto, y además los políticos hacen lo que tienen que hacer, entre todos reconstruiremos una sociedad en la que no haya ni un solo aborto.
Benigno Blanco,
Presidente del Foro de la Familia