En los últimos años la Administración Autonómica y Local ha venido estableciendo diferentes tipos de ayudas a la maternidad, a la conciliación familiar y de apoyo económico al estudio. Parece que la clase política –de todos los colores desde el rojo, pasando por las tonalidades de morado, naranja y azul– empieza a ser consciente del problema demográfico, pero se percibe que hace falta algún mecanismo que ayude a sistematizar todas las ayudas sociales que apoyen a la natalidad.
Sin niños no hay futuro, pero tampoco hay economía, ni riqueza, ni relevo generacional, ni empleo, ni sostenimiento del sistema de pensiones… Y es que los proyectos de ingeniería social de las últimas décadas están achatando progresivamente la campana de Gauss, al tiempo que han logrado invertir la pirámide de población. Hemos generado un gran problema humano, económico, social y político.
Como digo, hay algunas medidas, unas más acertadas, otras son de cara a la galería, como el Plan de Apoyo a la Maternidad del Gobierno de España, cuya única novedad ha sido la revalorización de las pensiones de las mujeres que se jubilen a partir del 1 de enero de 2016 en función de los hijos. Esa propuesta no soluciona el problema del hoy, del ahora, es una solución diferida. Si bien, supone un reconocimiento de la maternidad como una contribución a toda la sociedad.
En cambio, el gobierno vasco, que preside Íñigo Urkullu del Partido Nacionalista Vasco, acaba de aprobar la reforma de la ley de la Administración Púbica que afecta a los trabajadores de los ayuntamientos, de las diputaciones y de la administración autonómica del País Vasco. Para favorecer la conciliación familiar y laboral, el personal público tendrá un mínimo de 20 semanas de permiso por maternidad, 32 días de permiso por paternidad y 8 horas al año, para acompañamiento a consultas, tratamientos o exploraciones médicas a familiares de primer grado o que convivan en el domicilio familiar.
También, desde hace varios ejercicios, la conocida cadena privada de supermercados Mercadona concede un permiso por maternidad remunerado de un mes, además de las 16 semanas preceptivas, o la reducción de la jornada laborar a demanda de la empleada hasta que el hijo cumpla 10 años.
Las familias no tenemos hijos porque nos remuneren económicamente o nos concedan una serie de privilegios laborales. El hijo, en primer lugar, es un don del amor. Pero, al mismo tiempo, las familias que tienen muchos hijos aportan a la sociedad una riqueza humana sin la cual la propia sociedad no podría subsistir. De ahí, que la Administración Pública ha de comprometerse con los padres que tienen hijos para facilitarles su deber laboral y su compromiso social en la familia.
Hay ayuntamientos como el de Salamanca, Alba de Tormes, por citar algunos, que ofrecen un cheque bebé. Opino que esta ayuda no debería quedarse en una aportación puntual, sino más bien, que sea graduada en el tiempo, a lo largo de la vida del niño.
De la misma manera, habría que sistematizar todo el engranaje de ayudas, derechos y concesiones administrativas para que las familias con hijos tengan conocimiento y acceso a los procesos de solicitud de forma clara y sencilla. El Ayuntamiento de Salamanca, a través de la Concejalía de Familia y Servicios Sociales que desde hace años dirige Dª. Cristina Klimowitz, ofrece una guía de ayudas a la maternidad y a la paternidad que sirve de referencia a todos los habitantes del municipio de Salamanca. No estaría de más que se reeditara con su correspondiente actualización, han transcurrido 6 años desde su publicación.
Por último, no lo olvidemos, el Foro de la Familia, ha estudiado el problema y ha recogido en tres documentos diversas medidas de apoyo a la natalidad, a la maternidad y a la familia. Son un referente para aquellos políticos que tienen visión de futuro y son conscientes del problema demográfico.
Artículo escrito por José Javier Rodríguez en La Tribuna de Salamanca