El trabajo en defensa de la familia y de la vida en el mundo de hoy es una labor de fondo para afrontar algunos de los problemas morales más graves de nuestra época y, por tanto, no está vinculado sólo ni a este país ni a aquel, ni a este gobierno ni al otro, ni depende de la aprobación o no de una ley u otra. En un sitio y lugar determinados, la agenda pro familia y vida puede modularse según los debates políticos o legislativos del momento, pero la defensa de estas causas está más allá de esas vicisitudes concretas del mundo político.
En España en concreto hoy, tenemos un trabajo inmenso que hacer al margen de quien gobierne una institución u otra o de las mayorías políticas circunstanciales de una legislatura. La vida y la familia deben ser defendidas gobierne quien gobierne y al margen de los resultados electorales de ayer, hoy o mañana; pues se trata de temas demasiado importantes como para hacerlos depender de las coyunturas cambiantes de la vida política.
Mañana como ayer tenemos que trabajar con la misma ilusión y con esperanza reforzada porque, antes o después, la evidencia de la bondad de la familia y la intrínseca dignidad de toda vida se acabarán imponiendo si no cejamos en el esfuerzo y nos mantenemos consecuentemente firmes en la defensa de nuestros ideales.