En la campaña electoral que acaba hoy, por primera vez en la historia de la democracia española la familia está apareciendo con mayor o menor intensidad en los debates políticos y en muchos de los programas electorales locales y regionales de los partidos políticos. Aunque obviamente la familia no se ha convertido aún en un tema al que se dé la relevancia que objetivamente tiene, se ha iniciado un camino positivo que tenemos que intentar no sea reversible.
Signos positivos en paralelo son también que los medios de comunicación y algunos gobiernos regionales han empezado, desde hace meses, a manifestar preocupación por la crisis demográfica galopante a que se enfrenta España, y que en algunas comunidades autónomas y bastantes ayuntamientos, se han aprobado planes y medidas de apoyo a la maternidad.
Este es un cambio histórico en España donde hasta hace muy poco, familia y maternidad parecían tema tabú para los políticos. Que la opinión pública y los gobernantes empiecen a ocuparse, aunque sea tímida e incluso vergonzosamente, de la familia y de la maternidad es consecuencia de la labor perseverante que muchos venimos haciendo, desde hace décadas, para hacer presente ante la sociedad española la familia como institución digna de apoyo y protección. Ante estos positivos indicios toca manifestar satisfacción pero, más aún, incrementar el esfuerzo que venimos desarrollando para que, culminada la campaña electoral, no vuelva la familia a caer en el olvido de nuestros políticos.
La próxima legislatura local y autonómica tiene que ser la de real implementación por todas las administraciones españolas, de verdaderas políticas familiares para consolidar esta creciente preocupación por la familia y la maternidad que empieza a hacerse un hueco en la vida pública española.
Ya tenemos trabajo para los próximos años.