En Castilla y León, como en el resto de España, vivir en familia sigue siendo la normalidad estadística y la mejor manera de pasar por la vida y dejar huella para el común de los mortales.
Nuestra región mantiene fuertes los vínculos familiares, los abuelos siguen siendo personas importantes, lo que nos da estabilidad, y no es frecuente ver a ninguna de nuestras localidades en los papeles por noticias sobre alteraciones de la convivencia. Aún así, se detectan síntomas de debilitamiento de los mismos.
A pesar de la extensión del territorio, estamos a la cabeza en materia educativa, según los informes PISA, lo que tiene mucho que ver con la estabilidad familiar en la crecen nuestros menores, pero también con un esfuerzo continuado de administraciones, patronales, profesionales y padres. También es clave el equilibrio pacífico entre la escuela pública y la de iniciativa social que disfrutamos.
La administración educativa apuesta decididamente por la mejora de la calidad educativa. Dedica medios suficientes y crecientes a la escuela pública y suele ser respetuosa con la iniciativa social de creación de centros educativos, pero los conciertos no cubren el coste de escolarización de los alumnos.
La consiguiente falta de medios no frena la alta demanda de los padres de Castilla y León por centros escolares concertados, que no puede ser satisfecha ningún año.
Los principales problemas que se encuentra una familia a la hora de elegir libremente un colegio concertado, son tres: El primero, que exista plaza, ya que las autoridades no flexibilizan las ratios de estos colegios mientras no estén saturados los centros públicos. Ello es así hasta para el reagrupamiento de hermanos de familias numerosas dispersos por varios centros.
A la cabeza en la educación, según PISA
El segundo problema es el estado de las instalaciones. No existe dinero público para el mantenimiento de las mismas, y dado que la Junta de Castilla y León no cubre el coste de escolarización de los alumnos, se complica invertir.
El tercero es el acceso a determinados servicios cada vez más necesarios para la conciliación de la vida laboral y familiar, que no es igual en función de que los progenitores elijan “libremente” disfrutarlos de manera subvencionada en un centro público o pagando por ellos en uno de iniciativa social. Me refiero a los programas de madrugadores y comedor.
La Junta de Castilla y León y algunos Ayuntamientos dan becas de madrugadores y comedor a familias que reúnan determinados requisitos, siempre que elijan un colegio público, y dejan fuera a familias con más “méritos” (y menos medios), simplemente por elegir otro tipo de centro.
Castilla y León fue la última en publicar su Estatuto de Autonomía, acabamos de celebrar su 35 Aniversario, y sin embargo, fue la primera en aprobar una Ley propuesta a través de Iniciativa Legislativa Popular. Se trata de la Ley 14/2008, de 26 de diciembre, por la que se crea una red integral de apoyo a la mujer embarazada. Este año celebraremos su décimo aniversario.
Esta Iniciativa Legislativa Popular fue organizada por el Foro de la Familia en Castilla y León, presidido por entonces por Alejandro González, quien capitaneo un ejército de más de 2000 fedatarios. Conseguimos más de 46.000 firmas acreditadas de ciudadanos de la región, ningún partido se opuso a la aprobación de la Ley, que salió bastante “limpia de ideología” de las Cortes Regionales, pero las mujeres embarazadas con problemas aún están esperando su aplicación en la calle, en los centros educativos y sanitarios y en las Administraciones en general, lo que con el problema demográfico que tenemos, tiene su aquél.
La ILP para la ayuda a la mujer embarazada, paralizada en su 10 anivesario
La dejadez institucional no ha impedido que múltiples asociaciones hayan recabado el apoyo social para trasladarlo a estas mujeres, como llevan haciendo las nueve asociaciones provinciales RedMadre, por ejemplo.
Y hemos llegado al problema demográfico, la principal amenaza para las familias de este lado de la Meseta. A pesar de ofrecer un buen sistema educativo en líneas generales y ser una sociedad altamente solidaria con la maternidad a pie de calle, perdemos población año tras año, y la que no perdemos, envejece a marchas forzadas.
Algunos territorios regionales poseen índices de población más propios de desiertos, y en muchos núcleos rurales la media de edad supera de largo la edad de jubilación.
Estamos lejos de las tasas de crecimiento económico de antaño y, por desgracia, en un escenario de pérdida continua de población, las perspectivas económicas no van a mejorar.
El círculo vicioso acelera a la espera una apuesta decidida por la natalidad que ofrece la familia. Castilla y León será Family Friendly o dejará de ser pronto.
Fernando de Pablo Gómez
Delegado Foro de la Familia en Burgos