La constitución de los nuevos gobiernos autonómicos ha sido ocasión para que varios de los nuevos presidentes de Comunidades Autónomas se comprometiesen a adoptar medidas eficaces para reforzar la libertad de educación y apostar claramente por la mejora de la calidad del sistema educativo.
Es una prueba concreta de cómo se va abriendo paso en España un nuevo consenso respecto a una reforma en profundidad de la educación en clave de libertad, excelencia y profesionalidad, superando los viejos prejuicios ideológicos que la han venido lastrando en las últimas décadas. Conviene jalear e incentivar esta línea de trabajo para que en las próximas elecciones generales se plantee en serio y a fondo esta cuestión como prioridad política nacional.
La educación en España esta necesitada de una revolución de arriba abajo. Cuyas claves deben ser: la dirección del proceso educativo debe pasar de los políticos a las familias; la libertad de elección y la transparencia informativa sobre los resultados escolares deben ser arco de bóveda de todo el sistema, la autoridad de la dirección en los centros de los profesores ha de ser reforzada y nítida, y la educación debe centrarse en la formación y transmisión de información a los escolares sin ideologías pedagógicas antihumanistas.