LA DIGNIDAD DE LA VIDA HUMANA
Eugenesia y eutanasia
Un análisis político y social
Libro de lectura fácil y amena. Escrito en clave periodística, la denuncia y el análisis están presentes en estas páginas en las que no falta la reflexión profunda sobre la esencia de nuestra naturaleza trascendente.
El libro defiende la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte natural y aclara los diferentes tipos de eutanasia: activa, pasiva, voluntaria o involuntaria, así como el suicidio asistido. Se aborda el encarnizamiento terapéutico, método que la Iglesia católica prohíbe expresamente.
Magdalena del Amo incluye casos de personas que han despertado tras pasar largo tiempo en estado vegetativo. Esta situación, en la cual la mente no tiene conciencia de sí misma ni del entorno, ha generado gran controversia sobre la interrupción de ciertos tratamientos. Analiza también casos mediáticos de suicidio asistido que conmovieron a la opinión pública, como el de Inmaculada Echevarria o el del gallego Ramón Sampedro, sobre el cual se hizo una película para promocionar la eutanasia desde el gobierno socialista, como habían hecho los nazis para publicitar las leyes de eutanasia del Tercer Reich. Asimismo se presentan casos de personas tetrapléjicas que tienen vidas dignas y proyectos de futuro.
Se establece en La dignidad de la vida humana que después del proceso de Nuremberg nadie se atrevía a hablar de eutanasia y eugenesia, pero que calladamente se seguía trabajando, a la espera de que el tiempo transformase los crímenes nazis en una anécdota histórica. En la actualidad, aquellas ideas diabólicas inspiradas por los científicos materialistas del siglo XIX, vuelven a instalarse en las cúpulas de los estados para imponer a la sociedad la dictadura de la muerte, para viejos, enfermos, defectuosos y marginados.
La autora recomienda estar alerta cuando se publicitan las bondades del testamento en vida o las leyes de muerte digna, y no hacernos cómplices de leyes injustas e inhumanas. Porque la eutanasia –dice Del Amo— no puede admitirse ni siquiera en casos extraordinarios, y subraya que los casos límite son el inicio de la pendiente resbaladiza, que empieza siempre con la aplicación en casos extremos. Tal es el caso de Holanda, cuyo punto de partida fue el testamento en vida; se continuó retirando el agua y la alimentación a los pacientes en coma; después vino la inyección letal con el consentimiento de los familiares; ahora eliminan a los enfermos terminales y a los viejos, sin su consentimiento. Todo ello legalmente –que es lo realmente grave— dado que la eutanasia es legal en Holanda desde el 2002.
La ley ejerce un gran poder educativo en la conciencia pública –dice Magdalena del Amo— porque la sociedad tiende a identificar lo legal con lo justo y lo correcto. Y esto es muy peligroso, porque cuando una práctica se legaliza, esta se realiza en toda su amplitud sin ningún remordimiento, aunque atente contra principios fundamentales como el derecho a la vida. Cuando estas prácticas se masifican y se hacen de uso común, las conciencias se vuelven insensibles y, consecuentemente, el alma colectiva también. Los médicos que practican la eutanasia tienen la conciencia tan deformada que algunos llegan a creer que es un acto bueno. Es escalofriante pensar a qué estado de deshumanización puede llegar la sociedad si no se lucha por la conservación de nuestros principios morales. Insiste la autora en que hay que estar muy alerta si no queremos condenar a nuestros descendientes a vivir en una sociedad aún más deshumanizada, donde se minimizan los derechos de los más débiles. Hay que estar atentos a las propuestas de los gobernantes y a los movimientos que se llaman a sí mismos progresistas, que pretenden acudir en nuestra ayuda con piadosas panaceas.