Sin ir más lejos, el pasado 5 de junio nos preguntábamos si el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tomaría nota de cómo su homónima alemana, Angela Merkel, ha reaccionado ante la caída demográfica con significativas ayudas a la familia.
Ahora, eso mismo parece preguntarse incluso un diario tan progresista y con una fuerte deriva antinatalista como El País. En un destacado artículo de opinión firmado por Josefina Cruz Villalón, ‘Política de Estado para rejuvenecer la población’, publicado el pasado 24 de julio, plantea que «España está en una situación demográfica crítica que exige estimular la natalidad»
Aunque tarde, cabe felicitarse por este tipo de reflexiones que ponen de manifiesto la preocupante situación de futuro inmediato a la que se enfrentará España si no rectifica sus políticas natalistas y de ayudas a la familia.
Peligra «su propia supervivencia»
Cruz Villalón recuerda en su artículo que, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), «por vez primera se ha registrado un crecimiento negativo (-113.902 personas entre 2012 y 2013) y se confirma la persistencia en el descenso de la natalidad».
Aunque este hecho se ha relacionado directamente con la crisis económica, lo cierto es que la tendencia a reducir el número de hijos y aumentar la edad para tener el primero viene de más lejos.
«La crisis no ayuda», dice la columnista, «pero la reducción de la natalidad tiene bastante más que ver con una tendencia estructural de las poblaciones más evolucionadas, como es el caso de España, que con el impacto que la crisis pueda tener sobre nuestra demografía»
Hasta tal punto esto es así que, «mientras el grueso de los países emergentes y menos desarrollados se encuentra inmerso en esta explosión demográfica, cuyo principal reto es atender a la demanda creciente de su población en alimentación, vivienda, infraestructuras, etcétera, los países más evolucionados han alcanzado ya la “tercera fase”. Con ello se han conseguido grandes logros sociales: reducción de la mortalidad en general y de la mortalidad infantil en particular, prolongación de la esperanza de vida, plena capacidad de las mujeres para decidir sobre cuándo y cuántos hijos concebir,…
Pero, y no es un pero menor, al mismo tiempo «la población se ha envejecido no solo porque los mayores vivan más años, sino porque hay menos jóvenes. De esta forma avanzamos hacia una sociedad con mayor calidad de vida, pero que languidece en términos biológicos y puede incluso poner en peligro su propia supervivencia«,. sentencia Cruz Villalón
La articulista destaca que «hace tiempo que la población española no está garantizando el reemplazo de sus generaciones: desde que en 1981 el número medio de hijos por mujer descendió de 2,1. Y esa cifra ha continuado bajando hasta situarse en 1,32 en 2012, sin que se aprecien signos de haber tocado fondo».
En ese sentido, aunque la inmigración ha ayudado a corregir ligeramente la tendencia a la caída demográfica, mejorando las tasas de fecundidad y natalidad, lo ha hecho «por un breve tiempo, ya que la crisis económica está provocando bien la emigración de los inmigrantes (emigrantes de retorno en sus tierras de origen), bien que las inmigrantes que permanecen opten también por tener un menor número de hijos», advierte.
«Momento crítico» que demanda soluciones
Josefina Cruz considera que, por todo ello, «en estos momentos España se encuentra en un momento crítico por lo que a la renovación de su población hace referencia».
Además, «lo novedoso y preocupante» en este proceso es que «por vez primera ha descendido el número absoluto de mujeres en edad de procrear en relación a las generaciones anteriores. Este es un dato de una gran trascendencia, pero cuya repercusión en la dinámica de la población española no está siendo suficientemente valorado».
Tras recordar que actualmente las niñas del baby boom español tienen ahora alrededor de cuarenta años, «si no se corrige la tendencia a la baja de la fecundidad, el número de defunciones superará al de nacimientos y entraremos en una fase de crecimiento vegetativo negativo, a la vez que crece la proporción de persona de más edad», subraya.
Si no queremos que esta situación se convierta en un problema irresoluble, y al margen de cómo quede definida la reforma del sistema de pensiones que el Gobierno prepara, «de lo que no cabe ninguna duda es de que en España se debería acometer ya de forma decidida, como una política de Estado, la del rejuvenecimiento de su estructura demográfica, que sería abordar el problema del envejecimiento de la población en su raíz y no únicamente en sus síntomas».
La columnista señala que, para ello, existen dos vías: «la recuperación de la fecundidad y el fomento de la inmigración». Pero, «sin obviar el papel de la segunda, pero que solo podría ser efectiva en un contexto económico de crecimiento continuado, en el caso de la primera se hace preciso implementar políticas estables y efectivas (no efectistas) para modificar la tendencia de reducción de natalidad», concluye.
«Sin apoyo a las familias»
Cabe destacar que, también en El País, tres días más tarde se publicaba una información bajo el título «Sin apoyo a las familias» en el que se recordaba precisamente que «los recortes sociales y la falta de medidas integrales se ceban con todos los modelos de hogar» y que «la natalidad sigue cayendo».
Se criticaba que el actual Gobierno, «que siempre ha hecho una defensa cerrada de la familia y los hijos, […] de momento, eso no se ha traducido en políticas de apoyo».
La cuestión de fondo es que «España es uno de los países de la UE que menos gasto social destina a la familia y uno de los pocos, por ejemplo, donde no hay prestación universal por hijo a cargo».
Que, en los tiempos que corren, un diario como El País tenga que recordar al Gobierno del PP lo que debería ser prioritario para su partido en cuestión de políticas familiares dice mucho de la preocupante situación que aguarda a España debido a su baja natalidad.
Víctor Díaz