El ministro de Justicia ha tenido la valentía de decir en el Parlamento lo que todos sabemos que es verdad: que las mujeres que abortan lo hacen habitualmente en un clima de coacción, sin verdadera libertad por ausencia de alternativas y por que no se les ofrece otra solución a sus problemas.
Ante este reconocimiento de la verdad social, los defensores ideológicos del aborto han puesto el grito en el cielo, pues esta terrible verdad pone al desnudo todos los argumentos que se esgrimen para defender la legalización del aborto. El aborto sólo se puede defender cuando quién argumenta se niega a hablar del niño no nacido y a mirar la situación real de la mujer que se plantea abortar. La verdad de las cosas ofende a los abortistas de salón y humilla a los negociantes del aborto y esa verdad es la que se ha oído alta y clara en el Congreso de los Diputados esta semana.
Hay que agradecer al ministro Gallardón que se haya enfrentado con sinceridad a la realidad del aborto en nuestra sociedad: una realidad hecha de violencia, desprecio a la mujer, dolor, abandono y silencio. El ministro de Justicia ha hecho un gran favor a la causa de la vida al romper el muero hipócrita del silencio oficial sobre el drama real de la mujer que aborta. Éste análisis sincero y descarnado de lo que los defensores del aborto no quieren que se vea es garantía de que se afrontará sobre bases correctas la modificación de la actual “Ley del aborto”.
Confiamos en que a la sinceridad del diagnóstico siga una solución legislativa coherente.