En el pueblo de mis padres, donde generalmente de pequeño pasaba mis vacaciones, era frecuente que algunas personas mayores que no me conocían demasiado, me hicieran esta pregunta: y tú, ¿de qui eres?. Yo les manifestaba quiénes eran mis padres, abuelos, etcétera. Y así quedaba perfectamente claro quién era yo. Incluso solían hacer algún comentario agradable de mi familia.
Es posible que dentro de unos años, esta cuestión sea más difícil de responder, sobre todo si tenemos en cuenta los supuestos que se presentan en la maternidad subrogada: tanto el caso en que el ovulo es fecundado con gametos masculinos y femeninos procedentes de la pareja, implantando el embrión en una mujer distinta (llamado vientre de alquiler); como al supuesto en el que esa mujer gestante ha aportado también el óvulo que ha sido fecundado por el varón de la pareja que contrató sus servicios.
La maternidad subrogada presenta en la actualidad una gran complejidad. Mientras que para algunos se trata de una práctica lícita, que debe ser admitida jurídicamente, otros en cambio, piensan justamente lo contrario. Y es que esta situación origina multitud de preguntas: ¿En qué situación queda el niño? ¿Quién es su padre y su madre? ¿Qué derecho tiene cada uno de los protagonistas en el nacimiento del niño?
Por otra parte, habitualmente, la madre de alquiler se compromete con los padres mediante un contrato en el que se establecen las clausulas que concretan los diferentes supuestos que pueden darse y en el que se establece una compensación económica importante para la madre que presta su vientre para que nazca el niño.
Entonces, ¿dónde quedan los derechos del niño, que es el actor mas débil de todos los que participan en esta tragicomedia? Y una vez nacido, ¿tiene derecho el niño a saber como ha sido concebido y cual es su procedencia?, ¿cómo le afectará esto a su desarrollo psicológico y afectivo? Por mi actividad docente e investigadora suelo hacerme muchas preguntas que en este caso comparto con todos ustedes.
Pienso que el deseo de las parejas estériles debe ser escuchado por la sociedad y buscar entre todos una solución razonable. Sin embargo, no todos los deseos de los adultos deben ser considerados como derechos; máxime si ello implica lesiones a la dignidad y a los derechos de otros sujetos implicados, especialmente de las mujeres más vulnerables y los hijos.
Para dar una solución a este debate, a mi entender, hay que partir del supuesto de que el niño no es un trofeo deseado y proyectado para cumplir con los dulces sueños de una maternidad o paternidad merecida, sino que debe ser considerado con toda la dignidad que tiene y protegido y cuidado como el mas vulnerable de todos.
Artículo escrito por José Luis Galdón, delegado del Foro de la Familia en Valencia.