Se está debatiendo de nuevo en Bélgica una ampliación de la legislación permisiva de la eutanasia. Con este motivo el jurista Etienne Montoro ha publicado un muy documentado estudio sobre los 10 primeros años de vigencia de la eutanasia legal en ese país; estudio que acredita cómo una legislación prevista para determinados casos considerados extremos y bajo salvaguardas rígidas, ha ido dando paso a un plano deslizante que lleva a una continua ampliación de los supuestos en que se aplica la eutanasia y a una relajación e incluso banalización total de los mecanismos de control.
La experiencia belga de la eutanasia, como anteriormente la holandesa, demuestra una vez más –como también sucede en el caso del aborto-, que cuando se admiten excepciones a la protección a la vida, resulta después imposible poner coto a una progresiva ampliación de hecho de los supuestos legalizados y a una continua relajación e incluso a una total banalización de los mecanismos de control.
Lo que ha sucedido en Bélgica con la eutanasia es lo mismo que sucedió en España con el aborto a partir de 1985. La conclusión es clara: o la vida se protege totalmente, sin excepciones de ningún tipo, o se inicia un proceso de desarme moral de toda una sociedad que se va volviendo progresivamente incapaz de defender el derecho a la vida. Los legisladores debieran aprender de estas lecciones prácticas a la hora de decidir cómo se protege el derecho a la vida.
Ahora que en España parece que se va a iniciar el proceso de reforma de la legislación sobre el aborto, repasar estas experiencias resulta de inmenso interés.
