La crisis económica y la insuficiencia consecuente de los presupuestos de los Estados para financiar las políticas sociales, incluido el sistema público de pensiones, sigue poniendo de manifiesto que las sociedades occidentales necesitan redescubrir la familia, el valor de la maternidad y la necesidad de políticas públicas que apoyen la vida.
Europa occidental tiene un inmenso problema: cada vez es más consciente de que sin niños no hay futuro y sin matrimonios fuertes y estables no puede haber niños, pero no se atreve a reconocer que las cosas son así por los prejuicios del pseudoprogresismo laicista de género contra la familia, el matrimonio y la apertura a la vida. Sin romper este nudo gordiano, Europa seguirá siendo un continente que se suicida demográficamente sin esperanza y sin futuro. Por ello es imprescindible recordar una vez y otra a los países europeos, y entre ellos a España, la necesidad de superar los viejos prejuicios ideológicos y hacer políticas concretas de apoyo al matrimonio, a la familia educadora y a la maternidad, para poder empezar a salir de la crisis estructural en la que vivimos.
No podemos contentarnos con hacer -una vez y otra- estudios demográficos que indican, cada vez con más contundencia, que estamos abocados al fracaso por nuestro miedo a la vida. Es hora de ser valientes de una vez y de apoyar sin complejos a la familia. Las próximas citas electorales en España pueden ser una gran ocasión para pedirles a nuestros políticos que abran sus ojos sin miedo al apoyo a la familia.