En 2012, Sara Fernanda Giromin, fundó junto a otras dos amigas la sección de Femen en Brasil, y adoptó el nombre de guerra «Sara Winter». Después de tres años de protestas en top-less, Sara ha declarado públicamente su oposición al aborto y al feminismo radical, y ha pedido perdón a los cristianos por su conducta, ya que en varias ocasiones posó ofendiendo los sentimientos de los seguidores de Cristo.
¿Qué ha cambiado en este tiempo? En octubre de este año, según desvela LifeSite News, Sara reconoció que empezó a cambiar de actitud debido al sufrimiento que pasó tras abortar voluntariamente a su primer hijo; además, el nacimiento de su segundo hijo le hizo cambiar su concepción con respecto a la vida. «Escribo esto mientras mi bebé duerme serenamente en mi regazo; es la mejor sensación del mundo», dice.
«Por favor, mujeres que estáis desesperadas y queréis abortar, pensadlo bien. Yo siento mucho haberlo hecho, y no quiero lo mismo para vosotras», señaló.
Además, también desveló que ha conocido en este tiempo a «personalidades religiosas como Jesucristo, Virgen María, Madre Teresa de Calcuta», entre otros maestros espirituales. «Esto es lo que llena mi vida ahora», reconoce. «He ofendido a muchas personas religiosas y no religiosas, y pido perdón por ello. Pido perdón a todos los cristianos a los que he ofendido por estas protestas». «Y agradezco cada oración de estas personas y su bondad».
Además, ha publicado un libro Vadia, Não! (¡Perra, no!), en el que detalla su decepción con lo que ha conocido del feminismo radical: abuso de drogas y de alcohol, orgías, desvío de dinero, abusos sexuales por parte de otras mujeres, intentos de suicidio, sumisión a las líderes… Además, Sara cuenta que entre sus compañeras de Femen no sentó nada bien que se enamorase de un hombre, y desvela que entre las feministas se trata a las mujeres heterosexuales como activistas de segunda clase.
Con cada libro vendido, Sara va a destinar 1€ a iniciativas provida. Afirma también que «ahora he dejado las bravatas de lado, vencí el discurso del odio del feminismo y de misandria (odio al varón), que me causó tantos problemas de salud. Ahora todo lo que quiero es que mi hijo pueda vivir en un mundo mucho más seguro para él y para las mujeres. Mi activismo continúa, pero sin confundir el feminismo con la lucha política de mujeres con odio hacia los hombres».