El ocio constituye una conquista social y una parte sustancial del desarrollo humano. En nuestra sociedad actual se considera una auténtica necesidad y un derecho fundamental no sólo de la vida de los jóvenes sino de toda la sociedad. Hasta el punto de que el siglo XXI ha sido considerado como «el siglo del ocio», tanto por lo que aporta a la mejora de la calidad de la vida de los ciudadanos como por la riqueza y empleo que genera la potente industria del ocio en todo el mundo y especialmente en nuestro país.
El ocio nocturno se consolidó en España en la década de los ochenta y se asentó rápidamente en el mundo juvenil. La famosa «movida» de esa década y otras evoluciones más recientes como el denominado «finde» son fenómenos complejos que expresan profundos cambios sociales que han venido afectando a los estilos de vida y al papel de los adolescentes y los jóvenes en las tres últimas décadas en nuestro país.
Este tiempo de ocio se concentra en las noches de los fines de semana y supone algo fundamental en la vida de nuestros adolescentes y jóvenes. Tan es así que consideran que ese territorio mágico de la noche es una conquista propia y les pertenece a ellos en exclusiva. Los jóvenes albergan la ilusión de que en el mundo nocturno sólo están ellos son el control de los adultos. Si de niños eran obligados a «irse pronto a la cama», este «ritmo de paso» a la adolescencia conlleva conquistar el derecho a dominar la hora de recogerse por la noche. Pasar la noche fuera será la manifestación más plena de ese atributo adolescente. su privilegio máximo.
La mayoría de los jóvenes sale por la noche todos los fines de semana (generalmente los viernes y los sábados) y es frecuente que regresen muy tarde. Lógicamente, los más jóvenes son los que lo hacen antes, pero la frecuencia de salidas se va incrementando con la edad, de modo que en torno a los 15 y 16 años se produce un salto tan importante que una mayoría de ellos empiezan a regresar ya a altas horas de la madrugada.
Según datos de la encuesta ESTUDES (2010), tan sólo un 16,5% de los adolescentes de 14-18 años llegó a casa antes de las 00h en su última salida nocturna. El análisis por edades es aún más revelador: a los 14 años, el 63,7% de los chicos regresó después de medianoche y concretamente un 41% de ellos lo hizo entre las 00h y las 02h. A los 16 años, los que regresaron después de la medianoche alcanzaron ya el 88,2%, de los cuales un 57,9% lo hizo después de las 02h. Los de más edad retornaron aún más tarde y algunos grupos minoritarios no volvieron a casa hasta la mañana del día siguiente.
Las actividades que realizan los chicos y chicas durante estas salidas nocturnas tienen un marcado carácter social y están estrechamente asociadas al consumo de sustancias tóxicas, especialmente el alcohol. Esta asociación entre diversión y consumo de alcohol se ha ido asumiendo entre los jóvenes de tal manera que se ha convertido en una auténtica seña de identidad juvenil. Podríamos afirmar que el alcohol actúa como un «lubricante social», facilitando la desinhibición y las relaciones sociales y sexuales.