Ésta misma semana hemos tenido dos noticias contrapuestas sobre los debates en todo el mundo respecto al mal llamado ‘matrimonio homosexual’: Francia ha aprobado este ataque a la familia, y Colombia ha rechazado mayoritariamente en su Parlamento la eliminación del matrimonio como institución específica entre hombre y mujer. Vemos así que esta batalla continúa en todo el mundo como continúa la del aborto.
Como es normal, en unos países momentáneamente ganan los defensores de la eliminación del matrimonio y en otros ganan sus defensores. Pero la batalla continúa pues es uno de los síntomas de la crisis antropológica de nuestro tiempo. No hay razón pues para renunciar a seguir dando esta batalla en todo el mundo. Tampoco en España.
España ha sido uno de los países del mundo dónde más resistencia asociada ha habido a las leyes destructoras del matrimonio, y por tanto, no hay ninguna razón para dar por definitiva la ‘Ley de 2005’. Esta es una guerra cultural que se juega en la cabeza y el corazón de todos los ciudadano, más que en los Parlamentos; por ello al final serán victoriosos quienes sean capaces de seguir defendiendo sus ideales con razones convincentes y sin miedo ni pereza.
La absoluta bondad natural del matrimonio entre hombre y mujer, y su específica aportación al bienestar personal y social acabará imponiéndose si no cejamos en su defensa por todos los medios a nuestro alcance. Sería una irresponsabilidad darnos por vencidos sólo con una mayoría política circunstancial que ha llegado a darles la razón puntualmente.