1) Impedir que caiga un muro de silencio sobre el aborto. Si triunfa el silencio, las conciencias se adormecen y el aborto se banaliza aún más. Cuando se habla de la vida, progresa la causa de la vida y disminuyen los abortos.
2) Crear sobre los políticos un ambiente de reivindicación: «ésto es lo que pide la calle”. Solo así podremos lograr antes o después que alguna fuerza política con vocación mayoritaria retome esta causa.
3) Conseguir que la opinión pública preste atención al drama del aborto: el día de la manifestación y en las semanas previas los medios se harán eco del sentir de la parte de la población comprometida con la vida.
4) No convertirnos –por omisión- en cómplices de la cultura de la muerte. Si callamos, si no salimos a la calle, nos hacemos corresponsables de la banalización del aborto.
En positivo: convertirnos en agentes activos de la recuperación de la cultura de la vida.
5) Dar razón de nuestro optimismo: cada vez que nos manifestamos, nos lo pasamos estupendamente, nos llenamos de ánimos para seguir defendiendo la vida y nuestra voz la oyen millones de personas en todo el mundo.
6) Si ahora nos quedamos en casa, lo conseguido en los últimos años en cuanto a presencia pública del debate sobre el aborto se irá perdiendo. Tenemos que mantener viva esta llama.
7) Unir fuerzas dentro y fuera de España y sumar a la causa de la vida a las nuevas generaciones.
8) El aborto es el gran drama de nuestra época. Por vivir hoy debemos hacer lo que esté en nuestras manos para acabar con él; y, porque podemos manifestarnos, nos manifestaremos.
9) Lo que hacen los políticos -o lo que dejan de hacer- nos importa pero no nos mediatiza: si ellos callan, nosotros gritaremos más alto; si ellos se olvidan del no nacido, nosotros lo haremos visible; si abandonan a las mujeres embarazadas, nosotros las cuidaremos.
10) Todos somos responsables de la vida y hay que ejercer esta responsabilizad.