Los estudiantes británicos son bombardeados a diario con referencias explícitas a la homosexualidad en las clases de matemáticas, ciencias y geografía, gracias a una iniciativa patrocinada por el Gobierno, e introducida por la “agenda homosexual” en los programas escolares.
En geografía, por ejemplo, a los estudiantes se les anima a considerar cuáles son los motivos por los cuales los homosexuales se trasladan del campo a la ciudad, y a estudiar algunos fenómenos sociológicos particulares, como el que llevó a la transformación del distrito Castro de San Francisco, suburbio de clase trabajadora irlandesa de los años ‘60, en el primer “barrio homosexual” del mundo.
En matemáticas, los estudiantes también aprenderán a tener en cuenta en los cálculos de las encuestas estadísticas, el número de homosexuales en la población. Debido a que la iniciativa también incluye la escuela primaria (de los cuatro años de edad en adelante), para los más pequeños se utilizará personajes homosexuales en los problemas matemáticos.
En cuanto a la ciencia, se estudiarán los supuestos fenómenos de la homosexualidad en la naturaleza, con énfasis en los “pingüinos emperador” y el “oso de mar”, y deberán fomentarse en los debates en clase las diferentes estructuras de parejas en el mundo animal, incluyendo las parejas del mismo sexo. Para los niños pequeños, introducirán lecturas apropiadas sobre el tema, en particular mediante la promoción de libros como “And Tango Makes Three”, la historia de dos pingüinos homosexuales que crían a un cachorro.
Durante las clases de diseño y técnica, a los estudiantes se les animará a crear símbolos del movimiento por los derechos homosexuales.
Los profesores de inglés deberán promover una adecuada comprensión del “vocabulario LGBT,” el lenguaje del mundo de las lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales, y también deben tener en cuenta los personajes homosexuales cuando se pida a los estudiantes que monten una obra teatral.
Melanie Phillips toma en serio los riesgos derivados de esta iniciativa extraña, y afirma que “no es para reírse” (“alas, this homosexual curriculum is no laughing matter”).
“A pesar de que pueda parecer absurdo”, precisa la periodista, “esta iniciativa representa el último intento para realizar un lavado de cerebro a los niños a través de una propaganda disfrazada de educación“. Y el análisis más profundo revela que estamos frente a “un verdadero abuso de menores. “Se trata”, dice Phillips, “de la campaña implacable y despiadada promovida por el lobby por los derechos homosexuales, destinada a destruir la propia idea de lo que pueda ser un comportamiento sexual normal.”
Existe, en realidad, un proyecto cultural preciso y sistemático por parte del lobby homosexual, cuyo objetivo declarado es penetrar profundamente en la mentalidad de la gente. Esto se ve claramente en la entrevista concedida recientemente al diario “The Sun” por Phil Collinson, por el productor de televisión homosexual de la más famosa telenovela británica, “Coronation Street”, que se transmite todos los lunes por la noche. Collinson, declaró en términos inequívocos en la entrevista que la intención precisa es utilizar la serie de televisión como “una plataforma para impulsar los temas homosexuales”. En la trama de la telenovela, de hecho, también se incluyen con absoluta normalidad parejas de hecho homosexuales que conviven, junto a personajes homosexuales, como el de una joven cristiana que participa en una relación lesbiana, con el fin de demostrar que no existe incompatibilidad entre la fe y la homosexualidad.
Otros comentarios interesantes del Sr. Collinson en su entrevista: “Lo que se emite en la noche
del lunes, se convierte en objeto de debate al día siguiente entre la gente común, en el bar, en el club o en el lugar de trabajo” “De esta manera”, afirma el productor, “se puede cambiar realmente la mentalidad de la gente, adaptándola a la sensibilidad homosexual”.En este proyecto de penetración cultural lento, la escuela británica se ha convertido en un “fortín” de Gramsci, conquistada por el poder del lobby homosexual.
Como Phillips señala en su artículo para el Daily Mail, no hace mucho fue trabada una épica batalla política sobre la conveniencia de inculcar a los estudiantes la idea que la conducta homosexual era absolutamente normal. La batalla sobre el artículo 28, como se la llamó, terminó con la derogación de la prohibición de la promoción de la homosexualidad en las escuelas. Hoy en día, esa promoción hace parte de los materiales de orientación de la enseñanza. Parece, por tanto, confirmarse la validez de un viejo adagio que lo que antes estaba prohibido, primeramente se tolera, y luego se convierte en obligatorio. El punto es que, de acuerdo con Melanie Phillips, “los valores morales que antes se consideraban pilares de la sociedad británica, ahora se consideran impresentables“, y así “la actitud de comprensión y simpatía para una pequeña minoría sexual, a veces víctima de abusos de discriminación, se ha convertido ahora en una especie de fanatismo al revés”, para el cual “expresar conceptos que ayer eran las normas morales comunes, hoy es probable que sea no sólo socialmente inaceptable, sino que también está prohibido por la ley”.
De hecho, producen una cierta alarma algunos episodios, cada vez más frecuentes, de intolerancia, especialmente contra los cristianos, a quienes se niega el derecho a expresar su rechazo a lo que creen que es un pecado mortal, una forma grave de desorden moral, y un acto contra la naturaleza. Así, bajo el pretexto de la lucha contra la homofobia, y gracias al brazo armado de la ley, los cristianos corren el riesgo de llegar a ser objeto de una campaña de discriminación real.
No podía ser más apropiada la comparación propuesta por Phillips al final de su artículo: “Hay que tener cuidado con el potentísimo lobby homosexual (”all–powerful homosexual rights lobby “), porque se corre el riesgo de convertir a los homosexuales de víctimas de los prejuicios, a fanáticos de un nuevo macartismo británico “. Sabias palabras.