Editorial: Homo Legens
Antes de ser uno de los mejores periodistas norteamericanos de la primera mitad del siglo XX, Lorimer trabajó en la industria de los derivados cárnicos. Fue en la universidad de la vida, entre el fragor de los almacenes y las urgencias de la vida comercial, donde forjó su carácter y adquirió una formidable experiencia práctica que supo aprovechar para conducirse con tino en los más variopintos asuntos.
Ésta es la academia que se transparenta en las Cartas de un comerciante. Treinta y cuatro epístolas en las que Lorimer asume el personaje de un viejo y exitoso empresario que va aconsejando a su hijo, desde el final de la universidad hasta la cima de la empresa y del matrimonio. Treinta y cuatro pequeñas obras maestras del sentido común escritas en un leguaje sencillo y directo y con abundantes dosis de buen humor.
Las cartas siguen la estructura clásica de pasar de la anécdota a la categoría, frecuentemente a través de las historias que ha visto el comerciante en su pueblo o en su fábrica. Y con toda su sabiduría, el viejo zorro busca abrir los ojos del futuro director al equívoco espectáculo de la vanidad humana. Desde la asunción de la realidad tal cual es, las observaciones de Lorimer muchas veces se convierten en auténticos aforismos.
Por primera vez se publica en castellano las Cartas de un comerciante. Conservan la misma frescura y actualidad que cuando fueron escritas y que hicieron de este libro un clásico de la literatura estadounidense y un arrollador éxito de ventas.