En Carta sobre el divorcio el autor se propone salir al paso de un cierto acostumbramiento a la situación social y legislativa, que podría llevar a perder de vista que sólo el verdadero matrimonio constituye el modo de unión entre varón y mujer acorde con la dignidad humana, y que todo verdadero matrimonio es, por su propia naturaleza, indisoluble; incluso cuando la ley pretende lo contrario. Para ello, después de recordar la doctrina constante de la Iglesia sobre el matrimonio, analiza los presupuestos ideológicos de los principales argumentos divorcistas (el fin del amor, las situaciones extremas, la opinión de la mayoría social, las exigencias de la democracia, la libertad religiosa…), poniendo de relieve que la recta razón es capaz de alcanzar un conocimiento verdadero del matrimonio y de sus propiedades.