Ha pasado con casi todas las películas de la saga Campanilla fuera de Estados Unidos, y sucedió el año pasado con Aviones, singular spin-off disneyano de la saga de Pixar Cars, que recaudó más de 220 millones de dólares en todo el mundo, casi quintuplicando su presupuesto de 50 millones. Ahora repite sus pasos su continuación, Aviones: Equipo de rescate, dirigida por el especialista Roberts Gannaway (La Película de Stitch, Leroy & Stitch, Campanilla, El secreto de las hadas) y apadrinada también por John Lasseter, que ha aportado su idea de partida.
Tras consolidarse como un famoso piloto de carreras, el modesto avión fumigador Dusty recibe una noticia nefasta: una pieza importante y descatalogada de su motor está estropeada, y va tener que dejar de competir si no quiere estrellarse. Entonces, desolado, Dusty acepta realizar el curso necesario para convertirse en avión de rescate y contraincendios. Se traslada así al bellísimo Parque Nacional de Piston Peak, donde recibirá instrucción del severo helicóptero Blade Ranger, en cuyo equipo están la extrovertida y enamoradiza Super Scooper Dipper, el helicóptero de carga Windlifter, el avión de transporte exmilitar Cabbie y una divertida y valiente pandilla de vehículos todoterreno, conocida como Los Smokejumpers. Juntos deberán luchar contra un espeluznante incendio, que pone en peligro todo el parque.
Funciona muy bien esta nueva tragicomedia de aventuras sobre las segundas oportunidades de la vida, el trabajo en equipo y las virtudes del verdadero héroe, que ofrece de paso un bello elogio de la fidelidad conyugal, la amistad, la solidaridad y el amor a la naturaleza, y una incisiva crítica a la especulación inmobiliaria y, en general, al economicismo individualista e insolidario. De nuevo, su guion es ágil, divertido y emocionante, y su animación, de altísima calidad, especialmente en la impresionante secuencia del incendio, donde brillan especialmente los efectos 3D estereoscópicos. Sigue pesando un poco su carácter excesivamente infantil, coral y pedagógico, que lleva a veces a la acumulación de gags, a la cierta esquematización de algún personaje secundario y a algún exceso discursivo. Pero, en general, se trata de una notable producción para toda la familia, muy por encima de sus pretensiones iniciales.