Alcoholismo social

por | Feb 27, 2019 | Destacadas, Noticias | 4 Comentarios

Estas breves reflexiones que voy a exponer como médico son fruto del trabajo con cientos de enfermos de alcoholismo, y también por haber asistido a muchos que fallecían jóvenes por su patología alcohólica, conscientes de que ya era demasiado tarde para dejar de beber y poder evitar un desenlace que se presumía más o menos próximo.

Una primera afirmación básica de la que hay que partir y asumir, es que el alcoholismo es una enfermedad, y una enfermedad grave. Esa enfermedad, al principio, se va gestando silenciosamente. Se inicia con facilidad cuando el alcohol es utilizado como pretexto para solucionar un problema o dificultad personal más o menos justificada, tanto en el joven como en el adulto. Puede ser, por ejemplo, querer sobreponerse a un carácter tímido, o querer aparentar una actitud extrovertida, o compaginar con la “normalidad” dentro un grupo que incita a beber, o a veces, como ayuda para sobrellevar un fracaso, etc. Ahí el alcohol presta un “gran servicio”, pero es el inicio de una dependencia que silenciosamente puede llevar a una esclavitud de por vida.

Ese servirse del alcohol para obtener un cierto beneficio personal, es especialmente dañino en el joven. El adulto tiene, en principio, ciertos recursos para ser más consciente del problema que le genera el alcohol, y así quizás superar algunas situaciones que le abocan a la bebida. Pero el joven, por su lógica inmadurez, está especialmente expuesto y sin apenas recursos para evitar el progresivo avance de la enfermedad alcohólica, y quedarse atrapado por ella.

Normalizado socialmente

Está muy demostrado que el joven, respecto al consumo de alcohol, está muy influenciado por la conducta que observe en sus padres. Unos padres que no ayuden con su ejemplo a la hora del propio consumo de bebidas alcohólicas, o no evidencien, de forma práctica, que la bebida alcohólica tiene sus límites, o bien, resten importancia a estados de ebriedad, o que con sus comentarios le “quiten hierro”, o bien, aprueben, aunque sea sólo  tácitamente, ciertos excesos en este tema, indudablemente están marcando de forma considerable las actitudes que tomen o tomarán sus hijos en esta materia.

Conviene saber, además, que todo joven tiene un proceso de maduración cerebral que finaliza ya entrada la segunda década de la vida, y por esa razón, son numerosos los trabajos que alertan del consumo de alcohol en la etapa temprana de la vida. Es un argumento, ciertamente contundente, para que los padres ejerzan una responsable vigilancia en ese aspecto que influye en la salud mental de sus hijos.

En los momentos que nos encontramos, ciertamente, no resulta ésta una tarea nada fácil, cuando los jóvenes tienen, hoy en día, prácticamente todo permitido, y se viste de “normalidad” cualquier conducta tomada por la mayoría en esas edades: el “botellón”, y que desde los trece años sea “normal” la bebida alcohólica sin control,… etc. Pero pienso que esa dificultad para prevenir en los inicios la enfermedad alcohólica no debe arredrar la responsabilidad de unos padres. Es una razón más para estar especialmente alerta. El ser consciente de ese problema ya es una clara victoria.

Formación adecuada y persistente

Actualmente también hay que contar que los jóvenes sufren una poderosa presión social que favorece y fomenta el alcoholismo entre ellos. Es de sobra conocido que el alcohol es puerta de entrada a todo tipo de drogas, al libertinaje de la permisividad sexual, etc. en el que el consumo de alcohol es querido, es buscado, y es fomentado sin frenos.

La solución pienso que debe venir, esencialmente, no tanto por un severo control de los padres, o un mayor control policial, o por un encarecimiento de la bebida, o por una mayor dificultad en la consecución del alcohol, etc. Indudablemente, esos procedimientos pueden ser muy buenos, e incluso necesarios, pero creo que es del todo insustituible, y más eficaz, promover un programa de adecuada y persistente formación en este campo, que sirva para suministrar un criterio personal de comportamiento, y así prevenir la enfermedad alcohólica que tantos graves y numerosos estragos, individual y socialmente, produce.

A todos nos conviene estar atentos al consumo del alcohol, que por ser saludable su consumo, e incluso recomendable, tiene un saludable límite.

Juan Llor
Médico

Foro Familia