El pasado 28 de noviembre informábamos sobre un estudio del Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS) de la Universidad Abat Oliba CEU, cuyas conclusiones sobre el maltrato en la familia cuestionan las tesis de la ideología de género.
La información hacía referencia a que, en el maltrato de menores, los factores de “condición femenina del agresor” y “familias monoparentales” están muy presentes, y también se citaba que la violencia contra los ancianos es mucho mayor que la que sufren las mujeres.
En ese sentido, el estudio ‘Jóvenes, mujeres, mayores: el maltrato en la familia’ analiza también las causas profundas de la violencia machista y concluye que “pueden señalarse tres componentes estructurales del feminicidio”: la “debilidad del vínculo” en la pareja, las “patologías personales” que afectan a alguno de sus miembros, y el “sistema de creencias” propio de ese núcleo familiar.
Además, el INCAS determina que las causas objetivas que tienen mayor incidencia en el feminicidio de pareja son “la ruptura de la relación: hasta un 45% de casos se explican por este único motivo”, y “la naturaleza inmigrante de la mujer”, ya que “su tasa de feminicidio es 5 veces superior a la autóctona”. Algo parecido sucede con la nacionalidad del agresor, “cuya tasa resulta mucho más alta entre los inmigrantes, del orden de 4 a 8 veces mayor”.
Debilidad del vínculo y ruptura
Yendo a los detalles, el estudio del INCAS insiste en que, cuando se habla de las causas del feminicidio, “el primer componente es la debilidad del vínculo, que se deriva en su propensión a la ruptura”.
Así, “el feminicidio de pareja está estrechamente unido a la pareja de hecho, de forma que en éstas se producen nueve veces más casos que en los matrimonios. A menor estabilidad, mayor riesgo de homicidio, y las parejas de hecho son mucho más proclives a la separación que los matrimonios, y en éstos, los civiles más que los católicos”, añade el estudio.
En cualquier caso, “la ruptura constituye una explicación central y necesaria de los feminicidios”, aunque no es la única, sigue. También “la desestructuración familiar vinculada a la inmigración, que completa el proceso formando una pareja de hecho en España, explica la prevalencia de la inmigración”.
Además, “existen interrelaciones entre ellas; esto es, actúan con significación una a una, pero multiplican sus efectos al interactuar entre sí”. En este sentido, “el peor perfil sería la mujer inmigrante, que procede de un hogar y que se instala en España sin su pareja, formando otra de hecho aquí”. El factor de riesgo de este tipo de inmigrante descendería notablemente al contraer matrimonio o vivir en España con su pareja original.
Patologías personales y sistema de creencias
“El segundo componente estructural es constante pero poco numeroso: patologías personales”. El estudio del INCAS aclara que este factor “constituye la constante del sistema, y puede estar presente en un máximo de 1 de cada 300.000 vínculos”.
“El tercer componente radicaría en el sistema de creencias, en el sentido de que los católicos practicantes constituirían un factor de protección en relación a la violencia debido a su mayor estabilidad matrimonial y el sistema de valores inscrito en ellos”, destaca el informe.
Al mismo tiempo agrega que “posiblemente en el extremo opuesto se encontraría el indiferentismo, ocupando las creencias agnósticas y ateas una posición intermedia entre aquél grupo y los católicos”.
El INCAS advierte de que “estas tres conclusiones no guardan relación alguna con la explicación oficial sobre la fundamentación de la violencia contra la mujer basada en la perspectiva de género que ha inspirado la legislación española, y que ayuda a entender el porqué del rotundo fracaso de la política aplicada”.
Matrimonio y descendencia, vitales
Por otra parte, el INCAS aborda una interpretación global del problema: “el feminicidio de pareja puede ser entendido como una consecuencia extrema de la destrucción del capital social en su unidad primaria generadora. En efecto, el matrimonio, y con él la descendencia que genera, es la única fuente primaria de capital social”.
“El matrimonio con descendencia es la condición necesaria previa a todo el proceso” de formación del capital social, sigue.
“En la medida en que la unión matrimonial no genera descendencia y/o no es capaz de socializarla en buenas condiciones, las instituciones secundarias –la escuela, por ejemplo- deben hacer un trabajo suplementario en el que no siempre rigen”, subraya.
Y ese capital social se fundamenta a su vez en tres condiciones o valores sociales: “la confianza, el compromiso social y la participación, que dan lugar a una relación predeterminada que constituye el vínculo”.
“En definitiva –concluye el estudio-, la violencia contra la mujer, en su expresión más extrema, se compondría de una causa patológica minoritaria, que merece ser aislada y tratada específicamente”.
“También el sistema de creencias tendría una incidencia sustantiva. Pero el grueso fundamental vendría de causas socialmente objetivas a la ruptura, la pareja de hecho o la cohabitación, y la inmigración familiarmente desestructurada”.