El Congreso de los Diputados ha aprobado en comisión la reforma de la ‘Ley de Educación’. Tal y como ha quedado el texto -y sin desconocer que este supone algunos avances positivos para mejorar la calidad de la educación en España-, hay que lamentar que supone un gran continuismo respecto a la legislación anterior en materia de libertad de educación. El texto aprobado no da cumplimiento a las promesas del programa electoral del Partido Popular en las ultimas elecciones generales.
Si no se modifica profundamente en los próximos trámites parlamentarios, la reforma educativa habrá sido una ocasión perdida para la causa de la libertad de educación y España seguirá contando con un sistema educativo profundamente ‘administrativizado’ y dependiente de las ideologías políticas, los intereses gremiales de los gobernantes de turno en cada Comunidades Autónomas, y del Estado. Se frustrará así de nuevo la esperanza de las familias españolas de poder contar con una escuela en la que los padres puedan de verdad ejercer su derecho constitucional a elegir para sus hijos el tipo de educación que quieren que reciban.
No es posible entender por qué el Gobierno no apuesta de verdad por una reforma educativa inspirada en criterios de libertad, reforma que de verdad abriría un camino hacia la calidad, sería congruente con su programa electoral y no supondría un desgaste político mayor del que ya está teniendo para el partido gobernante.