Desde entonces, el país está dominado por los abogados, todo está legislado, anquilosado, y lo peor para Justin es que su destino es estudiar derecho, como su padre. Esa vida entre letras y leyes no tiene aliciente para Justin, pero su mundo cambiará cuando su abuela le proponga ir en busca de la espada de su abuelo. Pero para eso tendrá que ser instruido en las artes de la caballería…
Estupenda película de animación española, que se sitúa en los linderos de las grandes películas de dibujos animados del momento. Con rodaje en inglés y reparto internacional en las voces, esta vez, los responsables de El lince perdido, con Antonio Banderas a la cabeza de la producción, han dado un paso adelante en cuanto a la calidad del guión y propuesta visual, de una altura notablemente superior, pongamos, a Las aventuras de Tadeo Jones, por citar un ejemplo español de gran éxito. El director Manuel Sicilia se consolida así como uno puntal en la cinematografía destinada toda la familia.
Justin y la espada del valor despierta el interés desde el principio, con esa mordaz y divertida crítica a un mundo supralegislado, en donde los abogados han tomado poco menos que el poder y donde los habitantes no pueden dar un solo paso por su cuenta. De este modo se logra rápidamente la identificación con protagonista, bueno e idealista, deseoso de seguir libremente a su corazón en busca de aventuras, con afán de servir al bien con valentía y caballerosidad. El planteamiento es muy clásico y esto es un acierto en una película que pretende devolver al mundo de la caballería el romanticismo que siempre tuvo y las ansias de heroísmo que demandan los corazones jóvenes. Narrativamente quizá se echa en falta una mayor preparación e intensidad en el desenlace, pues éste llega casi sin aviso, pero en general los personajes están equilibrados, bien trazados –las dos opuestas damiselas, la abuela sabia, el alocado mago, los tres monjes y maestros de caballeros, el malvado y sus secuaces–, aunque es verdad el padre de Justin podría haber servido de mayor contrapunto. Ayudan también los casi continuos golpes de humor, servidos a menudo dentro de la acción constante, visualmente lograda. Por lo demás, hay finalmente una elogiable invitación a los jóvenes para convertirse en héroes y no rendirse fácilmente en la consecución de sus sueños de grandeza. Así lo remarca la bonita y sencilla canción principal, «Héroes».