Papá Pitufo, sin embargo, le recuerda que “lo importante no es de dónde venimos, sino lo que queremos ser”. Pitufina espera con impaciencia los festejos de ese día, pero por una confusión creerá que se han olvidado de su cumpleaños. Tal situación coincide con las maléficas intenciones de Gargamel, quien, allá en el mundo real, planea abrir un portal interespacial para raptar a Pitufina. Su intención es conseguir la fórmula para fabricar la esencia azul y así poder crear él sus propios pitufos.
Simpática película infantil que recupera con éxito a los graciosillos muñecos azules creados por el escritor de cómics belga Peyo (1928-1992), que ya dieron lugar a una celebérrima serie televisiva,Los pitufos (serie). La trama de esta nueva aventura pitufa se centra en la necesidad de sentirse queridos, de formar parte de una familia que nos quiera incondicionalmente. Y los guionistas apuntalan tal mensaje con la subtrama de la familia de adultos de Patrick Winslow (Neil Patrick Harris), el cual se ve en una situación peliaguda cuando aparece su padre Victor, interpretado por un genial Brendan Gleeson. Pero más allá de esa idea clara del guión, la película es un no parar de diálogos humorísticos, transformaciones humano-animalescas a lo Harry Potter y acción, mucha acción. Los más pequeños se lo pasarán en grande, sin duda.
Por otro lado, resulta sorprendente la mezcla entre los dibujos animados y la imagen real. La perfección es absoluta, de modo que a veces es difícil adivinar qué es real y qué no. El directorRaja Gosnell –que repite tras la primera parte, Los pitufos– sitúa la mayor parte de la historia en París, y la verdad es que sabe sacarle mucho partido a las calles y los monumentos más famosos de la capital francesa.