Al cumplirse siete años de la aprobación en España del llamado ‘matrimonio homosexual’, conviene recordar que aquella Ley fue la expresión ideológica de una mayoría absolutamente circunstancial y coyuntural que separó a España de la inmensa mayoría de los países del mundo que siguen identificando el matrimonio como unión entre un hombre y una mujer. Aunque algunos pretenden presentar ese mal llamado ‘matrimonio homosexual’ como lo progresista y lo normal en el mundo no es así. Los poquísimos países que han aprobado leyes similares a la española lo han hecho con amplia contestación social o como fruto de un activismo minoritario de jueces o políticos contra la opinión mayoritaria.
Por ejemplo, en EEUU siempre que se ha sometido a referéndum el matrimonio entre personas del mismo sexo, éste ha sido rechazado por el pueblo. Y, en países como Gran Bretaña, la propuesta del primer ministro Cameron esta provocando uno de los mayores movimientos de oposición ciudadana que se recuerda en Gran Bretaña en las últimas décadas.
Todo lo que tiene que ver con el intento de cambiar la naturaleza del matrimonio es algo ideológico, coyuntural y minoritario en algunos países dónde ciertos lobbys muy influyentes logran imponerse al sentido común y mayoritario de la gente.
Las cifras reales de las parejas del mismo sexo que se acogen a estas nuevas leyes demuestran el carácter minoritario y político de las cifras, como es el caso de España, dónde en 7 años ha habido poco más de 20.000 de estas uniones. No hay ninguna razón para considerar irreversible la desnaturalización del matrimonio operada en España por la Ley de 2005 y sigue habiendo todas las razones del mundo para solicitar e impulsar que las leyes vuelvan a defender la naturaleza real hombre – mujer del matrimonio.