Todos los superhéroes de las películas con los que nos identificamos, aquellos a los que jugábamos a ser de pequeños y aquellos que aún de mayores nos despiertan admiración, tienen algo en común. Ese algo no es un disfraz, ni la masa muscular, ni siquiera ningún «nuevo valor». Ese «algo» es la virtud.
Las sociedades han evolucionado mucho desde que los primeros pensadores reflexionasen sobre la Ética, sobre el Bien, sobre la Belleza, sobre la virtud. Y descubrimos que la especie humana, a pesar de los miles de años transcurridos desde entonces, se sigue sintiendo atraída por todas ellas. Ciertamente, hay inmutables.
El compromiso personal con una causa que merece la pena, con un bien común, asumido libremente y ejercido con responsabilidad, por encima de las apetencias personales y de cualesquiera adversidades (ya sean malvados villanos, pandemias o gobiernos), es el denominador común de todo héroe que se precie.
No, amigos. No somos héroes por quedarnos en casa, no hay heroicidad en hacer lo que nos obligan a hacer. La hay en el marco de un compromiso personal libre y responsable.
Por eso la institución de la Familia es la más fiable fábrica de superhéroes, donde libertad, compromiso y responsabilidad maceran durante toda una vida, es más, durante generaciones. El matrimonio como marco de la fidelidad y la unidad, del amor y de la entrega (valga la redundancia); la crianza de los hijos como marco de la responsabilidad, el ejemplo y de nuevo el amor-entrega. El respeto a los mayores, el cuidado a los enfermos, la generosidad, la solidaridad, la igualdad, la paciencia, la alegría. La Familia es fuente de virtudes, para quien verdaderamente pretenda ser un héroe.
Sigamos apostando por la familia. Sigamos hablando bien de las cosas buenas.
Javier Rodríguez
Director General del Foro de la Familia
