Por el simple hecho de ser seres humanos, ya tenemos en común muchas más cosas de las que nos pueden diferenciar. Incluso tenemos en común que cada uno somos diferentes al resto, qué paradoja.
Tenemos en común que nuestra vida vale exactamente lo mismo que la de cualquiera, y que ese valor es absoluto (aunque haya quien niegue dicha evidencia y justifique el menor valor de una vida en función de su etapa de desarrollo o de su calidad de vida, como en el aborto y la eutanasia, por ejemplo). Tenemos la misma dignidad que cualquier otro. Cualquier otra cosa, lógicamente, será menos importante si lo ponemos a la luz de esta realidad, de esta característica que define lo humano y que lo distingue de lo no humano.
Pero sigamos. Nos reímos por lo que consideramos divertido y, aunque discrepemos en si algunas cosas son divertidas o no, aquello por lo que nos podemos reír juntos es mucho más que aquello por lo que nos podemos reír por separado. Nos duele que nos traicionen, nos enfada que nos engañen, no queremos padecer injusticias y queremos ser queridos, queremos ser felices. En general, somos bastante parecidos, aunque seamos únicos.
No hay tiempo ni espacio en esta carta para ir enumerando todo lo que nos une, pero pensémoslo, que falta hace que todos dediquemos más tiempo a pensar en estas cosas, a dejar de tirar esas piedras que podrían emplearse en construir puentes.
Para lo que sí hay espacio es para centrarnos en otra característica fundamental que tenemos todos en común. Somos hijos. Tenemos una madre y una padre, los conozcamos o no, nos quieran o no. Somos nietos. Muchos somos hermanos, maridos, esposas y padres. En definitiva: somos Familia. Sin excepción. Pensemos como pensemos y hagamos lo que hagamos, siempre seremos Familia.
Por eso la Familia no entiende de ideologías, por mucho que se empeñen quienes quieran pescar algunos votos de entre las corrientes de moda. La Familia es la institución donde todos somos. Donde nacemos, crecemos, somos criados y educados, somos acogidos y queridos, donde siempre podemos volver. No entiende de ideologías, en cambio, de lo que sí entiende es de lo humano: de Vida, de dignidad.
La Familia es solución a conflictos sociales y causa de prosperidad. No dejaremos de exigir el reconocimiento institucional que merece, el mismo que –parece- sigue dando miedo abordar. Seguiremos haciéndolo porque a eso nos dedicamos, por mucho que sonemos repetitivos, porque más repetitivo es el silencio como respuesta perenne a nuestra propuesta de una Ley Integral de Familia, de un Pacto de Estado por la Maternidad. Propuestas todas encaminadas a un reconocimiento –que no limosna o ayuda- de la Familia por su valor intrínseco y por el valor de todas sus funciones sociales.
Por eso el “hablemos bien de las cosas buenas” es hablar de todo lo que tenemos en común. Y la Familia es una de esas cosas. Defendamos, promovamos y reconozcamos la importancia de la Familia. Por lo que nos une.
Javier Rodríguez
Director General del Foro de la Familia