Estas semanas ha surgido un debate social al hilo de las charlas y talleres que el lobby LGTBI imparte en los colegios a los menores de edad. Estas charlas, según sus organizadores, tienen el objetivo de fomentar la no discriminación y la lucha contra el acoso a los menores por motivo de su orientación sexual o de su sexo sentido.
Hay opiniones diversas y encontradas en el seno de este debate y, después de haberme informado a fondo sobre el tema, me gustaría clarificar algunos aspectos relativos al mismo:
La no discriminación tiene su justificación en la dignidad innata e inviolable asociada a cada persona, a cada vida humana, con independencia de las características objetivas o subjetivas de la misma. Fomentar el respeto a esta dignidad, también entre los menores, es un objetivo loable y necesario, más aún en una sociedad polarizada por opiniones enfrentadas y con altos índices de violencia juvenil.
Esta visión del ser humano y de su dignidad, si bien es cierto, choca con la percepción de la persona promovida por las teorías de género, las cuales defienden una visión basada en la autodeterminación y la autoconstrucción de la propia dignidad personal. Es decir, enaltecen la subjetividad sobre la objetividad, cuando dicha objetividad de la dignidad es la que lleva a establecer cualquier discriminación como ética y moralmente reprobable.
Por otra parte, la educación en materia afectivo-sexual corresponde a los padres, al ser éstos los primeros responsables de la educación de sus hijos y al tener el derecho a educarles conforme a sus propias creencias y valores. Fuera del marco general del respeto a todas las personas con motivo de su dignidad personal, cualquier contenido ideológico que se les transmita a los menores sin el consentimiento expreso de sus padres (consulte aquí el escrito de consentimiento expreso) estará violando el deber de neutralidad de las administraciones y los derechos fundamentales de los padres.
Porque sí, en estas charlas contra el acoso se enseñan contenidos a los menores que nada tienen que ver con este objetivo, como por ejemplo cómo masturbarse, la práctica del sexo anal, los juegos para invitar a los niños a que se comporten como niñas y viceversa, la identificación de la discrepancia de opinión con la discriminación a la persona, que vivimos en una sociedad “heteropatriarcal” donde las mujeres son víctimas y los varones opresores, se les invita a asistir a las fiestas del “orgullo gay”, se les enseña que sus padres están desfasados si no comparten las teorías de género, se les enseña que lo que dicen que son es más importante que lo que son objetivamente, etc.
Ya hay estudios científicos, como el de la doctora Lisa Littman de la Universidad de Brown, que evidencian la relación directa entre este tipo de charlas y el considerable aumento de la confusión entre los menores en materia de la propia identidad y sexualidad, pero estos estudios siguen estando sometidos a censura por el miedo al rechazo social.
Por tanto, conviene diferenciar que todo lo que sea fomentar el respeto a la persona y a su dignidad personal es loable y necesario, pero todo lo demás, si no cuenta con el consentimiento expreso, será imposición ideológica a los menores, vulnerando derechos fundamentales de las familias.
Javier Rodríguez
Director Foro de la Familia