Desde la llegada de los smartphones, consultar mensajes frecuentemente se ha convertido en una práctica común. Tanto que esperamos que todos consulten sus mensajes con la misma frecuencia y nos irrita si tardan en responder. Se ha convertido en algo tan necesario que incluso los niños cuando hacen tareas que requieren concentración, como los deberes o estudiar, consultan los mensajes del móvil constantemente. Esta práctica de hacer varias cosas a la vez se denomina multitasking. ¿Pero realmente es posible o no estudiar y hacer los deberes con el móvil encima de la mesa? Nuestros hijos aseguran que no se desconcentran y que necesitan el móvil. Por eso decidimos consultar con expertos para saber el verdadero impacto del móvil en los estudios.
¿Y hay algún problema si el teléfono está en silencio?
Un estudio reciente desvela que solo la presencia del teléfono en la habitación reduce la habilidad de una persona para concentrarse. El estudio descubrió que los adolescentes que dejaron el teléfono en otro sitio hicieron mejor las tareas que los que lo tenían en la misma habitación en silencio. Incluso los adolescentes que declararon que no pensaban en sus teléfonos de forma consciente experimentaron una pérdida de habilidad en el estudio.
De aquí se puede sacar la conclusión de que muchos niños y adolescentes no hacen bien los deberes, no porque no tengan la capacidad mental para ello, sino porque les resulta difícil concentrarse. Esto no es en absoluto una novedad, pero sí es cierto que las tecnologías ayudan cada vez menos.
Pero, ¿por qué los teléfonos y las pantallas distraen tanto? Para empezar, sus fabricantes se esfuerzan cada vez más en hacerlas fáciles de usar y adictivas. Todas las aplicaciones tienen notificaciones para indicarnos que alguien ha subido algo nuevo o que hay cosas que nos pueden interesar. Además, es una fuente de validación, ya que indican si a alguien le gusta lo que tú has subido. De esta manera siempre hay algo nuevo que mirar y con lo que pasarse horas.
Para los jóvenes es particularmente atractivo porque influye en su socialización. Los adolescentes y preadolescentes se encuentran en un periodo de construcción de su propia identidad, distinta de la de sus padres, que pasa por priorizar las amistades sobre la familia. Además tienen una habilidad menor que la de los adultos para controlar sus impulsos. Si ya para los adultos es complicado, para los jóvenes es casi imposible controlarse y priorizar acciones menos apetecibles, como estudiar, sobre otras más apetecibles, como saber de sus amigos.
¿No se es más productivo?
Y de ahí surge el multitasking, la idea de que hacer varias cosas a la vez nos hace más productivos. Pero los neurólogos no están tan seguros de esto, ya que al cambiar entre tareas se pierde tiempo, por no mencionar el período que se necesita para reorganizar los pensamientos antes de retomar la tarea en la que estábamos.
Ya en el 2009, un estudio de la Universidad de Stanford examinó cómo las personas que hacen multitasking procesan la información. El estudio descubrió que las que se definían como grandes ejecutoras del multitasking tuvieron problemas para ignorar distracciones irrelevantes a su alrededor y por lo tanto realizaron peor el cambio entre tareas que las personas que se definían con menos nivel de multitasking.
La conclusión es que esta práctica hace que se trabaje de forma menos eficiente aunque la persona crea que está más concentrada. Por tanto, los que dividen su atención no son capaces de concentrarse y no tienen tiempo para pensar la mejor manera de realizar la tarea. Esta práctica produce un pensamiento superficial y en conjunto se traduce en más horas de trabajo para conseguir el mismo resultado.
¿Mejor para las personas con TDAH?
Como el multitasking consiste en cambiar la atención rápidamente de unas tareas a otras, existe el mito de que las personas con déficit de atención (TDAH) son muy buenas en multitasking. Si bien es verdad que los estímulos constantes de los aparatos les resulta atractivo a los TDAH y que cualquier tarea que requiera una atención prolongada les resulta difícil, esto no significa que tengan facilidad para cambiar de tareas constantemente y hacerlo de forma productiva.
El problema fundamental de los TDAH es que no realizan bien las funciones ejecutoras, es decir; las que se usan para cambiar entre situaciones, controlar las emociones y la impulsividad y organización. Todas estas funciones son necesarias para hacer los deberes, estudiar y otras tareas que requieren concentración. Por lo tanto, no solo no son mejores realizando varias tareas a la vez, sino que les cuesta más.
Para evitar los problemas de concentración al realizar los deberes, TDAH o no, se debe establecer una rutina que permita hacer los deberes con el mínimo de distracciones. Por ejemplo, establecer un horario fijo para hacer las tareas en el queno se pueda consultar el teléfono. De esta manera se mejorará la calidad del estudio y el adolescente dispondrá de más tiempo libre. Si resulta muy difícil que el adolescente se concentre durante tanto tiempo, se pueden establecer descansos fijos y limitados para consultar el móvil fuera de la habitación de estudio.
La disciplina requerida para realizar las actividades sin distraerse no es natural, pero es necesario que nuestros hijos la ejerciten para prepararse ante la avalancha de tecnología que se avecina.