Familia y escuela, responsabilidad y acompañamiento

por | Ene 17, 2019 | Artículos, Destacadas, Noticias

Hace algún tiempo, el orientador del centro donde estudian mis hijos terminó una de las sesiones formativas con una frase que resume el gran problema que tenemos hoy en la escuela: “al fin y al cabo, el maestro de vuestros hijos pasa uno o dos años con ellos, en cambio vosotros les acompañaréis en su crecimiento personal toda la vida”.

Esta misma semana, Valentín Ferrero, uno de los miembros del equipo “Lobos” en el concurso “Boom” de Antena 3, hizo una reflexión muy acertada sobre cómo la escuela no puede hacerlo todo y que la educación parte de la base de la responsabilidad que tienen las familias. En palabras de Valentín, los maestros son colaboradores y acompañan, ayudan y enseñan a nuestros hijos.

Entonces, si la escuela me devuelve a mí la responsabilidad ¿qué puedo hacer como padre, como madre, para contribuir a un desarrollo integral de la personalidad de mi hijo?

La respuesta inmediata es sencilla: ser padres en todo momento. Y lo somos siendo nosotros mismos, no hace falta nada extraño. Consiste en estar y acompañar a nuestros hijos con lo que somos: nuestros aciertos y errores, nuestras acciones y omisiones, nuestros recuerdos y olvidos, nuestras presencias y ausencias… Eso sí, luchando porque siempre haya más de lo primero que de lo segundo.

En definitiva, generar un clima en el hogar en el que nuestros hijos y nosotros mismos crezcamos en trabajo, constancia, esfuerzo, exigencia, comprensión… Sí, dije que la respuesta es sencilla, es cierto, lo difícil es ponerlo en práctica, como todo lo relativo a la educación.

Al hilo de lo que vengo diciendo, me gustaría recomendar un recurso que tenemos a nuestro alcance, que pocas veces utilizamos y  que puede ayudar a generar este clima de colaboración y de responsabilidad compartida entre familia y escuela: la tutoría.

La forma más eficaz para participar en la vida de la comunidad escolar del centro donde estudian nuestros hijos no es la colaboración con el AMPA, la presencia en el Consejo Escolar, la implicación en las fiestas del centro o la cooperación con las necesidades de la escuela… Todo esto sí, pero no es lo fundamental. La tutoría y la acción tutorial es una de las funciones de todo docente y así se contempla así en la legislación educativa y en el itinerario formativo del maestro y del profesor.

Es más, todo colegio ha de contar con un Plan de Acción tutorial (PAC), coordinado por el Jefe de Estudios, al que todos los tutores han de hacer sus aportaciones para enriquecerlo y concretarlo. Este PAC, a su vez, ha de ser incorporado a la Programación General Anual (PGA) que ha de ser informada por el Consejo Escolar.

Bien, dejemos las formalidades v vayamos a la práctica. ¿Cómo me puede ayudar la tutoría a mejorar el clima en mi casa?

Si acudimos o pedimos habitualmente la tutoría, contribuiremos a una relación más sana entre el maestro y la familia. Las sesiones de tutoría individual han de fomentar la colaboración para lograr nuestro objetivo, que no es otro que la educación integral de nuestro hijo. Si informarnos al tutor sobre cuáles son nuestras expectativas de nuestro hijo, cómo le vemos en casa, cuáles son sus intereses y quiénes son sus amigos, el tutor contará con unos datos para poder colaborar con nosotros. Dar esta cuestión por supuesta es un craso error.

Un buen tutor, una buena tutora, sabrá también aportar información sobre el desarrollo personal del niño. Una tutoría no ha de versar sólo y exclusivamente sobre lo académico, ha de cimentar lo intelectual sobre la base humana. Es decir, la tutoría contextualiza e individualiza a nuestro hijo y le hace visible ante el profesor. Ahora que mis dos hijos mayores son universitarios, ¡cuánto echo de menos los capotes que nos echaban sus tutores!

De todo lo anterior se extrae que la relación familia-escuela se ha de fundamentar en una relación de confianza mutua. El maestro Óscar González describe en su blog las características de una buena tutoría, entre las que destaco la sinceridad, el saber escuchar y aceptación de las críticas. Muchas veces nos vemos sobrepasados por los deberes y exámenes, en especial en educación primaria, fijados a veces en momentos en los que podrían generar un conflicto familiar. Si bien, una tutoría a tiempo arregla situaciones tensas y discusiones mal avenidas.

Bajemos a la realidad, ¿Puedo acudir a tutoría, si durante la jornada lectiva estoy trabajando?

Ahí te doy la razón. NO. Cualquier trabajador, que precise una consulta médica propia o para acompañar a un familiar, tiene permiso laboral retribuido (en el ámbito privado puede ser que el empleador ponga mala cara o limite este derecho); Es cierto, en la función pública tal vez lo tengamos más fácil: solicitas el premiso, asistes a la cita, adjuntas el justificante y todo queda resuelto. Sin embargo, para asistir a una tutoría, al consejo escolar o a un festival o representación en el que nuestro hijo actúa… no se cuenta con similares permisos laborales. El sistema de salud tendría menos saturación si, como muchos estudios avalan, diéramos más importancia a la educación.

Para concluir, unas tutorías bien llevadas, en la que participen los dos, el padre y la madre, ayudan a conocer a nuestros hijos, aclaran dudas, generan empatía, fortalecen lazos, suavizan los problemas y contribuyen a que el clima del hogar mejore y, por lo tanto, al desarrollo del aprendizaje durante el horario lectivo.

Invito a los políticos a que implementen medidas legales para facilitar la asistencia a las tutorías; insto a mis compañeros, maestros y profesores, a que sean conscientes de que para cimentar el concomimiento se precisa primero lo humano y esto se hace desde una planificación tutorial; recuerdo a los padres que tenemos que pedir, si no lo hemos hecho ya, una tutoría con el profesor de nuestros hijos.

José Javier Rodríguez
Profesor de la Universidad de Salamanca
@jjrs_USAL

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