Llegó el verano. Con él las vacaciones y los malabares para trabajar mientras los niños están atendidos. Por suerte, muchos contamos con la ayuda de los abuelos. Ellos juegan un papel fundamental en las familias donde ambos padres trabajan. Para nosotros es un alivio saber que están con las personas que más pueden quererlos y cuidarlos, aunque les permitan más caprichos que nosotros.
Según varios estudios, los niños criados cerca de sus abuelos son más felices y sienten más seguridad. Para nuestros hijos es un ambiente afectivo muy positivo, ya que reciben un amor incondicional que no tendrán con ninguna otra figura de su entorno. Con los abuelos aprenden a escuchar historias, trasladarse a una época que no han vivido y descubrir la sabiduría que aporta la experiencia. Los abuelos favorecen la unidad y transmiten los valores de la familia. Las relaciones intergeneracionales potencian la paciencia y la flexibilidad en los niños. Al adaptarse al ritmo de sus abuelos ponen en práctica la empatía al comprender que no siempre pueden hacer lo que quieren.
Pasar tiempo con los abuelos es una estupenda oportunidad para que los niños pongan en práctica la tendencia slow life que propone bajar el ritmo. Disfrutar de los pequeños placeres de la vida: libros, juegos de mesa, charlas y paseos tranquilos sin horarios.
“No debemos criticar ni exigir, sino agradecer su ayuda”
Uno de los grandes problemas de las personas mayores de este siglo es la soledad. Para nuestros padres también es una gran oportunidad de descubrir y conocer a sus nietos, que se sientan acompañados y se enriquezcan emocionalmente al estar en contacto con ellos.
En la relación abuelos-nietos es importante que exista tanto cariño como límites. Lo segundo puede ser lo más difícil y ahí, como hijos de nuestros padres, debemos entender cuáles son sus necesidades específicas y limitaciones, y ayudarlos haciendo que nuestros hijos los respeten. Debemos ser conscientes de que los abuelos necesitan su espacio y su tiempo, y no pueden ser nuestros canguros. Debemos preguntarles si pueden echarnos una mano y entender que si no pueden no es porque no los quieran, sino porque ya no tienen edad para estar corriendo detrás de ellos. Aceptemos sus decisiones y sus límites físicos y psicológicos.
Muchas personas mayores no tienen fuerza ni energía para ocuparse de las tareas de la casa, llevarlos a actividades y tirarse al suelo a jugar. Nuestros hijos tienen que adaptarse a ellos y ayudarlos en la casa. Tiene que quedar claro que los abuelos son los que marcan los límites cuando están con ellos. Es imprescindible entender el rol de cada uno en esta situación.
Un truco pude ser escribir con nuestros padres sus normas y rutinas familiares para que estén claras para todos. Y por nuestra parte, aunque no nos guste cómo los educan durante el tiempo de las vacaciones que pasen juntos, no debemos criticar, exigir ni dar consejos, sino agradecerles su ayuda.
¡Feliz Día de los Abuelos y gracias por todo!
Nora Kurtin
Fundadora de Sapos Y Princesas