Ser madre en España en los últimos 30 años, constituye una proeza al alcance de escasísimas mujeres, porque supone luchar contra la adversidad en el trabajo y desgraciadamente, también, en el día a día. Porque tener muchos hijos, suscita críticas, o cuanto menos, recibir con frecuencia, comentarios que pretenden pasar por graciosos.
Y eso tiene consecuencias: El envejecimiento de la población española. Según los informes del Instituto Nacional de Estadística, en nuestro país hay 120 personas mayores de 64 años por cada 100 menores de 16. El desplome. Todas las alarmas están encendidas. No hay relevo generacional y nuestros hijos conocerán otra sociedad muy distinta a la nuestra en todos los parámetros posibles.
Tal vez no tenemos claras nuestras prioridades, en las que la persona debería ser el centro de todo nuestro sistema social y político. En vez de eso, las prioridades suelen ser materiales y con una perspectiva egoísta, con escaso sentido del bien común. En estos días de verano, cuando el trabajo nos permite algún descanso, podemos contemplar que las familias con hijos son las estrellas de las playas y de las piscinas. Su vida, expuesta públicamente, al menos mí, me provoca cierta satisfacción, porque se evidencia una alegría natural que no tiene ni comparación, con ninguna otra cosa. Hay futuro entonces.
Vivimos en una sociedad que gira en torno a los menores. Cada verano, con las vacaciones escolares, nos hace sentir una sensación de fin de ciclo laboral, a reiniciar, en el mes de septiembre. Nos da la oportunidad, o la sensación de volver a empezar.
Y hay que reiniciar este país, este mundo. Hay conciencia de que hay que cambiar las cosas, porque no podemos seguir así. Cuando la verdadera brecha salarial en España está causada por las dificultades que la sociedad pone a la mujer que decide o desea ser madre.
Como dice un buen amigo del Foro de la Familia, «en algunas cuestiones la situación es tan mala, que tan solo se puede mejorar». Y con esa sensación me quiero quedar. Me quiero ir de vacaciones con muchas ilusiones y con una sonrisa.
Con permiso.
José Luis Amat
Delegado del Foro de la Familia en Granada