Ser novio o novia de alguien hoy es diferente en formas e igual en contenido que siempre. En la convivencia del ser humano todas las formas han cambiado respecto hace diez años, mucho más respecto a hace treinta: lo emocional, lo racional, lo que somos, lo que fuimos, lo que seremos, todo ha adquirido formas diferentes de gestionarse; en algunos aspectos perjudiciales para la estabilidad de la relación futura, pero más beneficiosas incluso en muchos otros aspectos. La desaparición de algunos formalismos convencionales ayudan por ejemplo, sin duda, a conocer y dar importancia a los sentimientos reales más que antes, y esto es bueno.
Es decir, ser novio o novia hoy es mucho más fácil y real, siempre y cuando no nos engañemos ni nos engañen. Para disfrutar de un noviazgo más saludable es preciso más que nunca aprender a interpretar los gestos y la comunicación no verbal del candidato a esposo o esposa que nos enamora y a pesar bien su comunicación verbal: conocer al otro y conocerse a sí mismo, para intuir la adecuación de ambos y la posibilidad de felicidad, que luego, si acertamos lo imaginado se quedará corto, porque la felicidad cuando es verdadera no deja de crecer y contagiarse.
El noviazgo es un proceso tan peculiar que cabe al tiempo estar pendiente del otro y romper unilateralmente la relación (porque sí, sin dar explicaciones, radicalmente y sin tener que coincidir con nadie en el criterio de cortarla), porque consiste por esencia precisamente en un periodo en el que confirmar si es o no el otro la persona adecuada para entregar lo que somos, incluido nuestro futuro, pero antes de entregarlo.
Es por tanto, esencialmente, un periodo de confirmación: necesario, utilísimo y mucho menos gozoso que el matrimonio. Periodo que debe durar ni mucho ni poco, es decir, al menos un ciclo: es decir, pasar por la experiencia de al menos una vez por un cumpleaños, por unas fiestas locales, por unas Navidades, por un enfado, por una reconciliación, por un desencuentro con la suegra, por una enfermedad, por una duda, por un cambio de planes…, para poder experimentar cómo se reacciona. Lo importante no es lo que se diga o prometa, ni siquiera lo que se haga (porque el ejemplo también se puede fingir: uno puede regalar flores interesadamente), lo más importante es cómo se reacciona, porque la reacción del ser humano no puede fingirse. Así, lo más elocuente sobre cómo somos es qué nos alegra y cómo, qué nos entristece, que nos pone nerviosos, cómo reaccionamos cuando senos contraria en algo que nos hacía mucha ilusión, etc.
Un periodo en el que hay que tener los sentidos abiertos para captar la mayor información posible, dad la sensibilidad de esta información y el sufrimiento o felicidad que conlleva acertar o no con quien se decida mantener la relación más allá del noviazgo.
Por ello, por su importancia, y para aprovecharlo de una forma concreta, podríamos dar algunas preguntas que han de resolverse antes de entregar nuestra vida a alguien con el que no nacimos:
1ª PREGUNTA: ¿SUS DEFECTOS SERÁN TOLERABLES CON EL TIEMPO?
Hemos de saber que tiene muchos defectos y tendrá los mismos hasta los 70 al menos. Y que eso no importa. Cuando alguien nos parece muy defectuoso, casi siempre quien lo examina lo es más. La respuesta a esta primera pregunta que hay que resolver está en la relación defectos-virtudes. Si tiene más virtudes que defectos, será tolerable, sobre todo si nosotros también tenemos más virtudes. Lo que hay que hacer por tanto, es luchar nuestras propias virtudes para que sean más y pesen más. Y si el candidato no tiene más virtudes o de mayor peso que defectos, podemos abandonar la relación. Téngase en cuenta que hablamos de virtudes y no de valores, porque con lo que se convive son con los hechos, no con las intenciones.
2ª PREGUNTA: ¿SOPORTARÁ MIS DEFECTOS?:
Lo hará si los conoce y los soporta ya. Si no los conoce, procuremos que los conozca pronto, no al principio, para no espantar, pero sí cuanto antes, para confirmar que nos quiere a nosotros tal y como somos ya, no a una parte solo de como somos.
3ª: ¿NOS HAREMOS DAÑO?:
Nos lo haremos si ahora le cuesta tolerar los cambios de planes a última hora, sobre todo aquellos en los que había puesto mucha ilusión, o si discutimos por cuestiones de profundidad: creencias, principios, familia, roles de cada uno en la misma, etc… Y si no me gusta cómo reacciona o cómo piensa adía de hoy al menos, pues déjalo, no tienes derecho a hacerle cambiar de forma de ser o pensar, porque se haya enamorado de otra parte de ti, pero no de ti enteramente.
4ª: ¿ME SERÁ FIEL, PODREMOS ENVEJECER JUNTOS?
Para resolverlo has de confirmar tres aspectos:
- En primer lugar, que te quiere más a ti que él o ella misma, disfrutando con lo que tú disfrutas más que pidiéndote que cedas a su gusto;
- En segundo lugar, que es flexible, no tiene diseñado lo que quiere que pase al milímetro, con excesivo detalles, y si es ordenado u ordenada no se enfada seriamente porque tú no lo seas, si le gusta un deporte, no le incomoda que a ti no, te pone por encima del trabajo o su ocio, o por encima de su madre, aunque sepa no contrariarla al hacerlo;
- Y en tercer lugar, si tiene bien desarrollado su componente emocional y racional, no uno solo de ellos. Y sabe cómo gestionar sus emociones de miedo, ira, tristeza, alegría uniéndolas a la razón, orden y lógica.
5ª ¿NOS CONOCEMOS Y NOS AMAMOS DE VERDAD?
Es decir,
- ¿Conoce cómo soy realmente, no solo conoce mi mejor versión o la que él o ella se ha hecho, conoce mis sentimientos, mis temores, mis emociones, mis miedos (también respecto a él o ella), mis alegrías, mis motivos de furia, mis sentimientos, mis debilidades, mis defectos, mis virtudes, mis deseos, mis principios, creencias, seguridades e inseguridades?; ¿y yo las suyas?
- ¿Me ama a mí, o me quiere, me tiene cariño o se siente a gusto conmigo? Para ello deberá asegurarse cada uno de que ambos saben distinguir entre emociones y sentimientos por ejemplo (recomiendo encarecidamente la lectura del libro ¿Cómo entrenar a su dragón interior?, de TemasdeHoy, si se desea aprender a distinguirlos y gestionarlos). Que, como decía el poeta Vicente Núñez, “amar no es un ramo de rosas en la tarde”, solo; sino que se ama cuando se cede, cuando se acepta tal y como es al otro, sin deseo de cambiarlo, soportando que luche por mejorar y no lo consiga, sin desesperarse, animándole positivamente siempre, vaciándose y poniendo en el centro de su cabeza y su corazón al otro y no a sí mismo o misma, cuando no se actúa por lo que le apetece, sino por lo que conviene a los dos y a los dos mejora realmente. Cuando no se piensa en uno mismo, ni en nosotros siquiera, sino solo en el otro. Única forma fiable de que ese otro pueda no pensar en sí, ni en nosotros, sino en él o ella solo.
El noviazgo así, es una etapa dulce, por el descubrimiento, por el tesoro hallado, por la admiración de ser correspondido, pero que siempre sabrá a poco, comparado con el amor les prepara y les espera, cuanto más cercanos a la esencia del amor de verdad, mayor será su felicidad juntos. De manera que el amor es al final, cosa de tres: de él-ella-el Amor (Dios para quienes creemos): los tres juntos, tirando uno de otro y otro de uno, según el momento, el día, la edad de cada uno y los problemas, porque los problemas se dan en la vida y solo en la vida se logra ser feliz, de forma que los problemas no solo son compatibles con la felicidad, sino que se dan al mismo tiempo.
Fernando Alberca,
Autor de ¿Quieres casarte conmigo? (Palabra), Cómo entrenar a su dragón interior. Aprendrer a gestionar las emociones (TemasdeHoy) y 99 trucos para ser más feliz (Almuzara), entre otros.