En psicología evolutiva, se llama Revolución Copernicana la que sufre el niño pequeño cuando percibe que él no es el centro del universo alrededor de cual gira todo, sino que él es uno más en un entramado de relaciones sociales. Tal percepción supone una auténtica revolución en su concepción del mundo, revolución obviamente imprescindible para su maduración personal.
En el mundo de la Educación en España, el Estado no sólo no ha experimentado esta Revolución, sino que sigue esforzándose tenazmente (LOE) en mantener y aumentar una concepción según la cual la Educación debe girar y ordenarse en torno a él, ya que ésta no constituye más que un servicio público que él debe regir y controlar funcional, académica e ideológicamente.
Desgraciadamente, el borrador de Ley de la LOMCE no corrige esta situación y desaprovecha una oportunidad histórica, que quizá no vuelva a presentarse en muchos años.
Efectivamente, pocas veces la situación va a ser más propicia para efectuar un cambio en las bases filosóficas sobre las que se asienta la Educación en España, puesto que se parte de:
1º. Una mayoría política en el Parlamento, que tendría que legislar, y en la mayoría de la Comunidades Autónomas que tendrían que implementar las Leyes.
2º. Existe un fuerte rechazo al intervencionismo del Estado en materia educativa, enunciado por la LODE y consagrado por la LOE, como lo prueba la gigantesca manifestación de noviembre de 2005 y el rechazo y contestación social a signaturas como Educación para la Ciudadanía. La mayoría de la población antepone la calidad de la enseñanza de sus hijos a muchas otras consideraciones.
3º. Los resultados de las numerosas pruebas internacionales (PISA, etc.), demuestran sin lugar a dudas la baja calidad de nuestro sistema educativo que está en la base de nuestra falta de competitividad y desempleo en muchos sectores.
4º. En línea con el punto anterior, las tasas de fracaso y abandono escolar son escalofriantes, y sólo ellas deberían hacer pensar a los poderes públicos qué hay que hacer una transformación profunda del sistema educativo de modo inmediato y que la dirección seguida hasta ahora es equivocada.
El borrador de la nueva Ley así lo reconoce en su exposición de motivos, pero, sin embargo, se queda muy corta en el análisis y corrección de las causas que originan esta patología.
Estas son tan sólo algunas de las razones que deberían hacer que el Gobierno del PP se decidiera a efectuar, por fin, esa Revolución Copernicana pendiente en materia de Educación. Sin embargo, como decíamos, el borrador de la LOMCE es muy tímido en esta área. El borrador, en absoluto, redefine el sentido de la Educación que se sigue considerando como un servicio público, tampoco modifica el status de auténtica precariedad jurídica y financiera de los centros de iniciativa social, mantienen artículos como el 51.1 de la LODE y 88.1 de la LOE que prohíben explícitamente la financiación de los centros vía aportaciones de los padres, etc.etc. ¿Tendría sentido que las autoridades estatales prohibieses a los contribuyentes tener planes de pensiones complementarios a la pensión de jubilación a cargo de la Seguridad Social? , obviamente no sólo no están prohibidos dichos planes de pensiones, sino incentivados fiscalmente. Pues eso es lo que se hace con los centros de iniciativa social con los mencionados artículos que van a seguir vigentes y que prohíben las aportaciones de los padres a sus propios colegios.
Existe la tentación de pensar que la calidad de enseñanza no depende de estos factores, y que para mejorarla basta con modificar aspectos de la LOGSE o incorporar pruebas objetivas de evaluación a lo largo de los distintos ciclos. Esto último puede ayudar a mejorar algo el nivel de exigencia degradado por la LOGSE, pero en absoluto resolverá el problema de fondo que es que el Estado debe tener una posición subsidiaria en el tema de la Educación.
Hace tiempo que todas las democracias de la Europa occidental liberaron de su control áreas como el correo postal, las telecomunicaciones, etc., por entender que era la sociedad civil la que, por principio, debía ser la responsable de las mismas, además de llevar aparejado un importante ahorro de costes para el Estado y un mejor servicio a la sociedad.
Pero lo que Jean François Revel llamaba “la tentación totalitaria del Estado“ sigue impidiendo que la Educación pase a girar en torno a la sociedad civil y a los padres.
Esta Ley puede ser un paso cualitativo importante en la dirección correcta, o si se sigue con el actual borrador, otra gran oportunidad perdida, una Revolución quedará pendiente.
Carlos Cremades
Vicepresidente del Foro de la Familia
Febrero 2013