Seguimos con expectación el nacimiento de una Vicepresidencia de Reto Demográfico con la formación del nuevo Gobierno de España. Le dimos la bienvenida y deseamos que sea algo más que una etiqueta de márketing de un ejecutivo nacido por y para éste. Porque es un desafío realmente ingente y urgente.
La verdad es que las promesas y el programa electoral de PSOE y Podemos no invitan precisamente al optimismo en cuanto a los resultados que se esperan obtener con esta medida. Ni siquiera si saben qué quieren conseguir.
Por desgracia, las primeras medidas abundan en esta contradicción. De una cartera creada para luchar contra el invierno demográfico se esperan medidas que animen a tener hijos, a reforzar a la familia, la conciliación… Pues nada. Llevamos semanas en las que se atacan las libertades y derechos fundamentales de los padres, se quiere romper la patria potestad, se quiere radicalizar el aborto, promoviendo una norma que anime a las menores a eliminar inocentes sin que sus padres lo sepan siquiera y, esta semana, toca la eutanasia.
Quizá esto nos indique cuál es la prioridad gubernamental respecto al reto demográfico: Reducir el número de personas mayores, que según el INE ha crecido en más de 1,3 millones en la última década.
El asunto es serio. El invierno demográfico ya no es un futuro lejano. Está aquí, y varias generaciones sufrirán sus consecuencias. No podemos permitirnos perder un segundo, ni siquiera para pensar si se ha creado una etiqueta con fines propagandísticos o si es en serio. Ese tiempo debemos invertirlo en planes concretos, en fomentar la natalidad, en apoyar la maternidad y , sobre todo, reforzar a la familia. Porque cualquier solución mínimamente realista para la despoblación pasa por la familia.
Para esto, el Gobierno nos encontrará siempre con la mano tendida. Para sus políticas actuales, nos encontrará enfrente.